DOMINGO 33. TIEMPO ORDINARIO. CICLO B

¡SOÑANDO LO IMPOSIBLE SE LLEGA A LO IMPREVISIBLE!

Dividiré esta homilía en tres partes:

  • ¡Que renazcan las utopías!
  • Encender los motores de la utopía
  • La imagen del “Hijo del Hombre”

¡Que Renazcan las Utopías!

Es admirable ver a grupos que proclaman que “otro mundo es posible” y trabajan para hacerlo realidad. Frases como “la paz es posible”, “otra democracia es posible” y “otra iglesia es posible” resuenan con fuerza en nuestra sociedad. Necesitamos urgentemente que renazcan las utopías; no podemos permitir que el realismo apague la poesía y la mística de nuestro trabajo. Trabajar solo por un salario es muy diferente a contribuir a un gran proyecto.

La pregunta crucial es: ¿es realmente posible lo que soñamos? La liturgia de este domingo nos invita a soñar el futuro y a creer en la posibilidad, porque nuestro Dios está comprometido con esta labor. Las lecturas bíblicas nos animan a pasar de la lamentación al anuncio de lo que es posible. “Nada es imposible para Dios”, le dijo el ángel Gabriel a María, y Jesús afirmó: “Todo es posible para quien cree”.

Encender los Motores de la Utopía

Las lecturas nos conectan con nuestra tradición apocalíptica, encendiendo los motores de nuestra espiritualidad. No debemos salir insensibles; debemos celebrar la venida del Hijo del Hombre. El cambio necesario no proviene de seres humanos autosuficientes, sino de la llegada del Hijo del Hombre, quien convulsiona la naturaleza, restablece la justicia y restaura la Alianza.

La llegada del Hijo del Hombre es comparable a un ejército liberador o la inauguración de una democracia tras una dictadura. Jesús se identifica con esta imagen bíblica del profeta Daniel, quien describe al Mesías como el portador de la salvación tras una serie de reinados opresores. A través de su vida, Jesús redefine esta imagen, haciéndola más humana y compasiva.

¡Todo es Posible!

Ruiz Anglada

¡Todo es posible! para quienes siguen al Hijo del Hombre, quienes verán cosas aún mayores. Aunque no sabemos cuándo vendrá el Hijo del Hombre, esta incertidumbre no debe desalentarnos. Jesús nos llama a estar vigilantes y atentos a su presencia en nuestras vidas.

Quienes sueñan que “otro mundo es posible” son como las vírgenes con aceite en sus lámparas; quienes se resignan al statu quo corren el riesgo de quedarse fuera del sueño. La Iglesia debe ser como una vigía que anuncia la llegada del Hijo del Hombre, iluminada por una fe certera. Debemos movilizarnos para reconstruir la esperanza y comunicarnos sobre cómo se hace presente el Hijo del Hombre.

Conclusión

Al soñar lo imposible, podemos llegar a lo imprevisible. La resurrección es cierta, la justicia está en camino y las oportunidades se presentan en cada paso. La invitación es a perder el miedo y entrar en comunión con Él, porque hay un futuro lleno de posibilidades.

José Cristo Rey García Paredes, CMF

DOMINGO 32. TIEMPO ORDINARIO. CICLO B

¡LA AVARICIA EN CASA!

  • El poder de la avaricia.
  • El ejemplo de las dos viudas pobres.
  • Contra avaricia ¡generosidad!

El Poder de la Avaricia

La avaricia es una fuerza poderosa que se disfraza de ahorro, austeridad y hasta mendicidad. Es una forma de idolatría que se manifiesta en la “idolatría del dinero”, donde el culto a Mamón se convierte en el centro de nuestras vidas.

Aquellos que no contribuyen al rendimiento económico son marginados, mientras que quienes pueden generar ingresos son bienvenidos. En este contexto, muchos buscan el dinero en lugar de la verdad o el Evangelio, ya que el dinero abre puertas y crea preferencias.

La avaricia nos encierra en nuestros propios intereses, dificultando la generosidad y la comunicación de nuestros bienes. Se convierte en un huésped incómodo en nuestras vidas, justificando nuestra falta de entrega con excusas intelectuales. A menudo mantenemos una relación secreta con el dinero, ocultando nuestra verdadera generosidad. Aunque podamos tener abundancia, siempre parece que seguimos necesitados.

El ejemplo de las dos viudas pobres

Las lecturas de este domingo presentan a dos viudas pobres: la viuda de Sarepta y la viuda del Templo, ambas bajo la mirada atenta de los profetas Elías y Jesús.

Elías desafía a la viuda de Sarepta a compartir su última ración de comida, y ella, confiando en Dios, decide hacerlo. Al hacerlo, expulsa la avaricia de su vida y demuestra que “quien a Dios tiene, nada le falta”.

En el Templo, Jesús observa a los escribas devorando los bienes de las viudas bajo el pretexto de largos rezos. Contrasta esto con la generosidad de una viuda que, al depositar dos monedas en el tesoro del templo, da todo lo que tiene para vivir. Jesús llama a sus discípulos a fijarse en ella como ejemplo de verdadera generosidad.

Contra avaricia ¡generosidad!

El consumismo moderno es otra forma de avaricia; quienes son avariciosos son adictos al dinero y lo que pueden obtener con él.

Jesús nos invita a “darlo todo” como la viuda para ganarlo todo. La opción preferencial por los pobres se convierte en un mero discurso si estamos dominados por la avaricia.

La avaricia es un demonio que solo puede ser exorcizado por el Espíritu Santo, quien genera en nosotros el dinamismo de la entrega generosa.

José Cristo Rey García Paredes, CMF

DOMINGO 31. TIEMPO ORDINARIO CICLO B

“DONDE HAY AMOR…”

Dividiré esta homilía en cuatro partes:

  • ¿Cómo desea Dios ser amado y recordado?
  • El canto de amor a la viña
  • Mandamientos interconectados
  • ¿No puedo más?

¿Cómo desea Dios ser amado y recordado?

Hoy es crucial preguntarse: ¿cómo desea Dios ser amado y recordado? Nuestro Dios es Amor, una Pasión que no merece ser tratada con frialdad o desprecio. Él ha establecido una Alianza con la humanidad, comprometiéndose a mantenerla a lo largo de las generaciones. Sin embargo, es un Dios escondido, accesible solo a través de la fe. Existen múltiples caminos hacia Él, aunque algunos han perdido su credibilidad.

Dios merece ser alabado y conocido por nuestra generación. Es fundamental que nuestros contemporáneos comprendan quién es y cómo es nuestro Dios.

El canto de amor a la Viña

La lectura del Evangelio de este domingo se sitúa en el contexto del evangelio de Marcos, donde Jesús dialoga con un escriba sobre el mandamiento principal. Este diálogo ocurre en el Templo de Jerusalén, tras varios eventos significativos: la expulsión de los vendedores del templo y debates sobre tributos y resurrección. En este marco, el escriba pregunta a Jesús cuál es el mandamiento más importante.

Jesús evoca al Dios enamorado de su Viña, que cuida con amor, pero también se siente frustrado por la violencia y el asesinato en su casa. En este contexto, proclama el mandamiento principal: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, alma, mente y ser”. Este amor debe movilizarlo todo: cuerpo y alma, razón y emoción. Jesús nos llama a ser una viña enamorada de su Viñador.

Mandamientos Interconectados

Un aspecto notable es la conexión entre los mandamientos: “Amarás al prójimo como a ti mismo”. Este llamado nos invita a manifestar amor hacia quienes nos rodean; cada persona es una extensión del amor que debemos tener hacia nosotros mismos. Cuando nos hacemos prójimos y superamos barreras políticas o religiosas, Dios se hace presente entre nosotros.

Dios se siente amado en nuestros actos de amor y servicio mutuo. No dice “primero yo”, sino “amad”. El camino del Amor nos lleva a Él, aunque no siempre se mencione su nombre. Sin embargo, este camino puede ser arriesgado; el Maligno busca frustrar nuestras historias de amor con celos y resentimientos.

¿No puedo más?

Cuando alguien dice “no puedo amar”, olvida que todos hemos recibido amor en abundancia a través del Espíritu Santo. Cada uno ama a su manera; Jesús no pide imposibles al decir: “¡Amarás!”. Al amar fielmente, nos conectamos con el Dios de la Alianza: “ubi amor Deus ibi est” (“donde hay amor, allí está Dios”).

Conclusión

Concluyo pidiendo que seamos mediadores de esta Alianza, promoviendo una religión del Amor y la Fidelidad. Debemos ser creíbles para que mencionar a Dios no sea considerado políticamente incorrecto. Nuestro Dios es el Dios de todos.

Crear lazos de amor entre las diversas comunidades permitirá que Dios manifieste su rostro en nuestro tiempo. El verdadero amor hacia los empobrecidos será una señal clara de cuánto amamos a nuestro Dios: “Tuve hambre… tuve sed… estuve en la cárcel”.

El olvido de los necesitados y la exclusión de quienes consideramos diferentes son actitudes que llevan al olvido de Dios en nuestra sociedad. Afortunadamente, hubo un escriba que reconoció ante Jesús que “amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios”. 

José Cristo Rey García Paredes, CMF

Domingo 30. tiempo ordinario. ciclo B

¡JESÚS ENCABEZA LA MARCHA! 

Estamos acostumbrados en nuestras sociedades democráticas a manifestar nuestra solidaridad o nuestras protestas a través de “marchas” y “manifestaciones”. Jesús nos invita también a una marcha: ¡Él encabezará nuestra manifestación!

Dividiré esta homilía en cuatro partes:

  • Un camino de cambio
  • La “marcha de la alegría”
  • La marcha hacia Jerusalén y Bartimeo
  • Pueblo “en marcha”

Un Camino de Cambio

Las marchas y manifestaciones son fenómenos comunes en nuestras sociedades, donde miles de personas se unen para expresar sus demandas. Estas “procesiones seculares” suelen tener un recorrido simbólico y una cabecera compuesta por líderes que presentan la causa de la movilización. Los participantes, a menudo, claman, muestran gestos simbólicos o portan pancartas que reflejan sus reivindicaciones: marchas contra el hambre, la violencia, en favor de la paz y la libertad.

A lo largo de la historia, estas manifestaciones han sido cruciales para derribar dictaduras, cesar guerras y promover la aceptación social de grupos marginados. Este domingo, las lecturas de Jeremías y Marcos también abordan el tema de las marchas, revelando una conexión profunda entre ambas.

La “marcha de la alegría”

Jeremías describe una “marcha de la alegría”, un estallido festivo donde Dios lidera a un pueblo que regresa a su tierra prometida. Esta multitud incluye a ciegos, cojos y mujeres en diferentes estados, todos buscando la libertad y la vida en la casa del Padre.

La “marcha hacia Jerusalén” y Bartimeo

Por otro lado, Marcos presenta una “marcha decidida hacia Jerusalén”, encabezada por Jesús. Esta marcha es tensa; Jesús ha predicho su sufrimiento y muerte, lo que genera miedo entre sus discípulos. Sin embargo, ellos superan ese temor y lo siguen. En el camino, se une Bartimeo, un ciego que clama por compasión. Su grito es su pancarta política: reconoce a Jesús como el Hijo de David y el verdadero rey de Israel. A pesar de los intentos por silenciarlo, su clamor llega a Jesús, quien lo llama e integra en la marcha. Bartimeo recupera la vista y se une a Jesús con alegría.

Pueblo “en marcha”

Ser Iglesia implica ser un pueblo en marcha con objetivos claros. No se trata solo de rituales o manifestaciones vacías; es seguir a Jesús en su misión contemporánea. La Iglesia debe ser un agente activo en las grandes causas sociales, acercándose a las injusticias que enfrentan muchos.Es fundamental que quienes seguimos a Jesús no nos equivoquemos de marcha ni defendamos causas ajenas a su mensaje. Debemos cuestionarnos: ¿A quién seguimos? ¿Estamos alineados con el poder humanizador o con el poder opresor?

Oración final

“Jesús, hijo de David, ten compasión de mí. Cuando me veas ciego y temeroso ante los poderes del mundo, llámame para darme fuerza y seguirte con alegría. Quiero integrarme en la marcha de los redimidos y perder el miedo que me paraliza. Ten compasión de tu Iglesia al inicio de este nuevo tiempo; llámala y ponla en marcha para encabezar la gran manifestación de tu Reino que transforma todo.” 

José Cristo Rey García Paredes, CMF