La solemnidad de Corpus Christi, queremos recordar que los actos redentores de Cristo, que culminan en su muerte y resurrección, se actualizan en la Eucaristía, celebrada por el Pueblo de Dios y presidida por el ministro ordenado.
Por eso, redescubrir la Eucaristía en su plenitud es redescubrir a CRISTO. Hoy queremos agradecer este gran don, que Cristo nos dio. Alrededor del altar se construye la comunidad cristiana y la vida comunitaria.
La Eucaristía es la síntesis espiritual de la Iglesia, la plenitud de comunión del hombre con Dios, fuente de los valores eternos y experiencia profunda de lo divino.
Participar de la eucaristía dominical es señal inequívoca de identidad cristiana y de pertenencia a la Iglesia.
Por eso, la Misa es el momento privilegiado que posibilita el encuentro con Dios a niveles de fe y de compromiso humano.
Las lecturas reflejan el sentido de la Eucaristía.
En la 1ª Lectura, Moisés explica el sentido del MANÁ enviado por Dios para alimentar al Pueblo en el camino del desierto. “El Señor te alimentó con el Maná, para enseñarte que no solo de pan vive el hombre, sino de todo cuanto sale de la boca de Dios». (Dt 8,2-23.14b-16a).
El maná es memorial de la acción de Dios en el pasado y anuncio profético de un nuevo Pan, que Jesús prometió a los hombres: su Palabra y su Cuerpo.
El amor de Dios manifestado en el pasado, es garantía para el presente y el futuro
En la 2ª Lectura, el apóstol afirma que formamos en Cristo UN SOLO CUERPO.
La Eucaristía no celebra solo nuestra unión con Dios y nuestra identificación con Cristo; celebra también la unión con los hermanos: “El pan es uno solo, así nosotros, aunque somos muchos, somos un solo cuerpo». (1Cor 10, 16-17).
El Evangelio presenta el final del Discurso del PAN DE LA VIDA. “Yo soy el pan vivo, que ha bajado del cielo; el que come de este pan vivirá para siempre». (Jn 6,51-58).
Jesús hace un gran milagro: multiplicó los panes y los peces, para alimentar una multitud de personas. Jesús quería introducir un gran mensaje: “Él dará otro pan».
El pan del cielo es la Palabra de Dios, el mensaje del Padre que Jesús vino a traer.
Esta palabra es para los hombres verdadero pan de la vida.
Mas para que esa Palabra se transforme en vida, debe encarnarse en las personas, debe hacerse concreta, visible.
La encarnación perfecta de esta Palabra es Jesús.
- Cuando nosotros comemos un pan material, es asimilado, se convierte en parte de nosotros mismos, se transforma en nuestra propia carne.
- Jesús dice que el Pan es Él mismo. Es su persona que debe ser comida, que debe ser asimilada.
Comulgar el Cuerpo de Cristo significa:
ASIMILAR la realidad humana de Cristo e IDENTIFICARSE con Él en el cumplimiento de la voluntad del Padre.
Significa ofrecer nuestra persona, para que Él pueda continuar viviendo, sufriendo, y donándose y resucitando en nosotros.
Para producir resultado, la Eucaristía debe ser recibida con fe, con la disposición de dejarse transformar en la persona de Jesús.
El sentido de la Fiesta:
La Iglesia reconoce en este signo sacramental al propio Jesús, que continúa presente, vivo y activo en medio de nosotros. «El cual, mientras comía con sus apóstoles en la última cena, y para perpetuar el memorial salvífico de la Cruz, se ofreció a ti como Cordero inmaculado, y culto de la perfecta alabanza…” …Por este venerable misterio alimentas y santificas a tus fieles, a fin de que todos los hombres que conviven en un mismo mundo, sean iluminados por una misma fe y congregados en una misma caridad. Por tanto, nos acercamos a la mesa de tan admirable sacramento, para que llenos de la suavidad de tu gracia seamos transformados en el hombre celestial..” (Prefacio).
El Jueves Santo la Iglesia celebra la institución de la Eucaristía. Mas en la solemnidad de Corpus Christi están presentes otros factores que justifican su existencia en el calendario litúrgico anual.
- Es una celebración más festiva y alegre de la Eucaristía.
- Es una manifestación pública de le fe en la Eucaristía en que está presente el hecho afectivo de la devoción eucarística. Por ello la costumbre de hacer la procesión por las calles.
El Sentido de la Adoración:
Adorar quiere decir colocarse ante el pan partido, que nos hace presente la vida de Jesús, partido por amor a los hombres y ver cómo, dónde, cuándo podemos realizar alguna cosa semejante. Solo cuando nos mantenemos en esta disposición de dejarnos transformar en la persona de Jesús, podemos realmente afirmar que toda nuestra vida está iluminada por la Eucaristía.