QUEDARNOS A SOLAS CON JESÚS
Hemos vivido y seguimos viviendo un tiempo muy convulso, que ha removido, cuestionado, eliminado, alterado, puesto en crisis o dejado en evidencia la fragilidad… en tantas cosas de nuestra vida: las relaciones familiares y sociales, la economía, la relación con la naturaleza, el papel de la ciencia y el de los políticos, la responsabilidad personal, la solidaridad, el sacrificio de muchos… Y también ha afectado a la vivencia y práctica de «la fe». Hemos perdido muchas vidas, la salud física y mental ha quedado perjudicada en bastantes casos, y los sentimientos de soledad, depresión, ansiedad, tristeza, desesperanza… se han multiplicado. No es necesario entrar en detalles y descripciones que todos conocemos de primera mano. Hemos andado bastante a tientas y a ciegas viviéndolo todo.
Por eso resulta tremendamente oportuna la invitación que hoy hace Jesús a los suyos de entonces y de hoy: «Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco». Quiere compartir, comentar, reflexionar y orar sobre lo que han vivido los apóstoles en su primer envío. Y a nosotros hoy darnos respiro, descansarnos, abrirnos a él, comentar juntos y buscar algún sentido a todo esto que nos está pasando.
Hay muchos modos de orar:
• Litúrgico/grupal (misas, liturgia de las horas, grupos de oración: carismáticos, Taizé, etc…)
• Rezos diversos (rosario, devociones, santos, oraciones escritas…)
• Pedir y dar gracias al final del día
• Lectura del Evangelio del día, apoyándose con algún comentario…, etc
Bastantes de ellos se han mantenido durante este tiempo «online». No a todos les ha servido o ayudado lo mismo.
En general no nos hemos esforzado mucho en la Iglesia por enseñar a orar al estilo de Jesús, orar como oraba él. Una oración que conecte la fe/evangelio con la vida de cada día, que tenga en cuenta las distintas circunstancias personales: estados de ánimo, tiempo disponible, lugar en que uno se encuentra… Lo que se ha vivido y lo que se ve llegar, lo que hemos visto en la gente, las decisiones que hay que ir tomando…
¤ En el Evangelio de hoy encontramos algunas claves para esa oración con/como Jesús. Los discípulos se reúnen él después de una intensa actividad apostólica, para contarle todo lo que han dicho y han hecho. Es que al Señor le interesa lo que han vivido, y quiere escucharles. Pero además aún les queda mucho para asimilar las enseñanzas del Maestro, y no siempre les va a acompaña el éxito en sus tareas. Es decir: que «estar con Jesús a solas» (oración) significa no sólo «contarle» sino reposar, repasar y compartir con otros lo vivido, y con Jesús profundizar, revisar, corregir, interpretar las cosas a la luz de sus enseñanzas.
¤ Por ejemplo, podríamos preguntarnos:
+ Qué, a quién y cómo tengo que agradecer algo, qué he recibido de los demás, de Dios…; de qué estoy contento/satisfecho y por qué…
+ Qué, con quién tengo que corregir algo, pedir disculpas, cambiar; qué me ha dolido o me ha dejado tocado, y cómo quiero gestionar ese dolor.
+ Qué se me ha quedado sin hacer, o está por completar, y cómo y cuándo hacerlo…
+ De qué manera las enseñanzas de Jesús aportan, iluminan, dan sentido a todo lo que estoy y estamos viviendo, qué tendría que pedirle a Jesús, ¿qué me parece que me diría el?…
¤ Pero estando con Jesús se presenta la gente, les interrumpen. Él observa a una multitud y se «compadece» de ella, es decir que se estremece profundamente, se siente conmovido, afectado por dentro por lo que percibe en los que le buscan. Podemos decir que la gente les «descentra» en el mejor sentido de la palabra. El Señor decide atenderlos porque estaban «como ovejas sin pastor». Es decir: que estando con Jesús (orando) aprendemos a mirar a la gente (no sólo a los nuestros, que también) de otra manera, comprometedora, dejándonos afectar, tocar por dentro… para intentar ofrecerles alguna respuesta. Así que la oración cuando es realmente con Jesús, y como la de Jesús nos ayuda a mirar a los demás de otro modo: con compasión o misericordia.
¤ Dice el Evangelio que: eran tantos los que iban y venían, muchos los vieron marcharse, Jesús vio una multitud. Uno piensa espontáneamente en nuestra propia Iglesia. Son «muchos» los que se han alejado de nosotros, por múltiples causas. También ha ocurrido durante la pandemia. Y son «muchos» los que todavía buscan.
Me voy haciendo cada vez más consciente de cuántos buscan a alguien que les escuche, los acompañe, les ayude a enfrentar sus problemas, a salir de sus atascos, a sentirse un poco comprendidos, estimulados, animados, sin ser juzgados, ni despachados con prisa… Y no tiene que ver mucho la edad, aunque yo los encuentro más a menudo entre los jóvenes y los mayores. Resumiendo: necesitan ser «acogidos». Es cada vez más frecuente que me digan: «¿no podemos hablar de todo esto más despacio, en otro lugar (fuera del confesonario, y desde luego no en un pasillo o en la sacristía)»? «¿Y no podríamos hablar esto juntos, mi pareja y yo con usted?». ¿Y no podría usted quedar algún día con mi hijo…?». Etcétera… Y yo procuro estar disponible, aceptar… pero no llega uno a tantos. Y otros «muchos», seguro, ni se atrevan a pedirlo. Es una tarea no sólo de los que somos pastores, pero también. Y me parece que cada vez es más necesario: ofrecerlo expresamente y pedirlo quienes lo echen en falta.
Pues aquí dejo dos tareas pendientes. Aprender y enseñar a orar/estar con Jesús, descansar en él. Y aprender a ser pastores unos de otros, acogernos y hacer que menos hermanos se nos alejen por no encontrar lo que necesitan. Que nos duela, nos afecte y cuestione su alejamiento para ofrecer humildemente alguna respuesta. O al menos que nos puedan «interrumpir» y nos inquieten (más) sus necesidades.
Quique Martínez de la Lama-Noriega, cmf
Imagen de José María Morillo
Quique que razón llevas en todo lo que dices!, yo al menos así lo estoy viviendo y sintiendo. Te agradezco mucho que te acuerdes de mi, ciertamente llevo bastante tiempo con la vida «complicada» por diferentes circunstancias y con una gran necesidad de poder intercambiar vivencias e ideas con alguien con quien te sientas escuchado, respetado….y sinceramente no es muy fácil dar con alguien así y que además tenga disponibilidad. Un abrazo muy fuerte en el Señor.
«Venid a descansar un poco a un lugar desierto»
Momento oportuno para recibir la invitación de Jesús.
Es momento de oir, comentar, reflexionar…y compartir vida después de un largo praréntesis a nivel de experiencias humanas.
Momento de agradecer la vida, detalles,inquietudes…
Esto me lleva a orar a solas con Jesús, no sola y a agradecer su presencia en las personas.
Me parece importantísimo que la fe conecte con la vida,a esto me ayuda la oración, sin esta conexión, existen momentos difíciles de superar.
Dentro de este «descanso», es necesario es necesario que esté atenta a las enseñanzas del maestro, que por distintos cauces, pueden iluminar mi vida.
Jesús es incansable para ayudarnos a aterrezar en la vida. Interrumpe sus e señanzas para ma ifestar sus actitudes como Maestro:
* compadecerse. Para ello, tengo que manifestarle mi situación personal.
* Me invita a abrir los ojos, mirar a los demás con compasión y misericordia.
El Evangelio dice que hay muchos, multitud que necesitan esa mirada de Jesús que sana, levanta, acoge, acompaña, enseña, ora.
Para vivir la vida de fe, necesito unas actitudes:
* Apertura: Evangelizar es tarea de todo cristiano.
* Alegría,porque estoy en comunión con Èl, que ilumina mi camino y confirma mi fe.
* Descanso reflexivo, para poder dar lo mejor de mí, revisar y ponerme de nuevo en camino.
* Generosidad sin límites.Esto me exige: Entrega total, vaciarme de todo y negarme a mi misma.
Proyecto muy exigente.
Rezaré con el salmo: El Señor es mi pastor, nada me falta.
m
Siempre he sido más partidaria de la acción que de la oración: grupos de matrimonios, colaborar con donaciones, contactar con quien lo pasa mal…. Y eso está muy bien, pero poco a poco he ido descubriendo que eso mismo lo hacen también, y a veces mejor, muchos no creyentes.
También me resultaba más atractiva la imagen de Marta frente a su hermana María.pero quizás Marta y María son lo mismo. Marta. Sin María es ser buena persona y no necesariamente una buena Cristiana.
También voy descubriendo que estar en silencio frente al sagrario o una imagen y sencillamente mirarlo hace que después las lecturas sean mucho más ricas, aunque las haya leído muchas veces y llevan a la acción con sentido nuevo, no simple altruismo. Contemplar, que Él me vea tal cual, con mis miedos y los fallos me hace sentir que me habla por medio de las lecturas y me indica la dirección que me lleva a los demás . Así no es altruismo sino obediencia al maestro.
Sin tus consejos, Quique, nunca lo habría sentido así.