domingo 17 del tiempo ordinario. ciclo b

(Si pinchas arriba, en el título, podrás leerlo más cómodamente)

Santiago apóstol, testigo y mártir

      Mi nombre es «Jacob» en hebreo. Jacobo en griego o latín. Y varía según vuestras diferentes lenguas: Jacob, Jacobo, Jakob, Sant-Iago, Yago, Thiago, Santiago, Jacques, James, Giacomo, Diego, Jaime…

      No me confundáis con Santiago el hijo de Alfeo, otro de los Doce apóstoles, al que Marcos llama “el menor”. Ni tampoco con Santiago “el hermano del Señor”, como le llama Pablo de Tarso. Éste ni siquiera fue de nuestro grupo de los Doce. Yo soy Santiago “el hermano de Juan”, “el hijo de Zebedeo”. Llamadme “Santiago, el mayor” o “Santiago, el peregrino” si preferís.

      Soy judío de Galilea, nací en la orilla norte del lago. En la cercana ciudad de Cafarnaúm teníamos nuestra barca. Mi hermano Juan y yo trabajábamos en la industria pesquera de mi padre Zebedeo, asociados con otros dos hermanos: Pedro y Andrés.

    Cuando aquel maestro de Nazareth nos dijo “seguidme”, lo dejamos todo… aún hoy no me explico bien por qué, pues no nos dio ninguna explicación. Pero es cierto que sentí un fuerte impulso del corazón y muchas ganas de «cambiar de aires», de rutinas, de olor a pescado… En la vida hay que saber arriesgarse algunas veces.  Y en la fe, sin riesgo, aventura, y «cambios»… no hay realmente seguimiento.

     Mayor fue mi sorpresa cuando Jesús me llamó por mi nombre para formar parte de un grupo especial de DOCE y entonces sí que nos dejó muy clara su finalidad:

1. Para que fuéramos su grupo de acompañamiento, algo así como sus más estrechos colaboradores “para que estuviéramos con Él” (Mc 3,14). Estar con él. Eso es ser discípulo.

2. Para que lleváramos su mensaje, nosotros seríamos los primeros anunciadores del Reino, nos llamaba “para enviarnos a anunciar, dar testimonio” (Mc 3,14). Testigos de lo que vivimos. Eso es ser discípulo.

3. Para que encarnáramos y simbolizáramos el nuevo Pueblo de Dios, como las doce tribus del antiguo Israel “para juzgar a las doce tribus de Israel” (Mt 18,38). Una nueva comunidad fraterna, siempre somos discípulos «con otros», en comunidad.

     Yo fui muy importante entre los DOCE, no hay más que fijarse en las cuatro listas de apóstoles que se conservan en el NT: Yo estoy siempre en el segundo puesto (después de Pedro) o en el tercero (después de Andrés o Juan). Con PEDRO y mi hermano JUAN, fui del grupo de los TRES ÍNTIMOS de Jesús.

     PEDRO, JUAN Y YO … fuimos testigos excepcionales de los momentos más importantes de Jesús. Destaco tres:

  • Primer momento: la resurrección de la niña Tabita (Gacela). Allí comprendimos el PODER de Jesús sobre la muerte,  y que su REINO era un reino de vida.

  • Segundo momento: Testigos del destello de su divinidad en el monte Tabor, y vimos su GLORIA, en la Transfiguración: que era realmente DIOS, a pesar de su humilde aspecto.

  •  Tercer momento: fuimos testigos de su angustia ante la muerte, en el Huerto de los Olivos, profundamente HUMANO.

Los tres momentos juntos revelan el misterio de Jesús en su totalidad.

             A mi hermano Juan y a mí Jesús nos puso un sobrenombre:«Boanerges». Nos resultó un sobrenombre extraño. Marcos hizo una traducción aproximada: «hijos del trueno». Y ¿por qué  “HIJOS DEL TRUENO”? No creáis que tenía algo que ver con nuestro carácter impetuoso, apasionados, exaltado, autoritario… Jesús no se preocupaba de la psicología, miraba más adentro… y sabía que no ahorrábamos esfuerzos en la misión encomendada ni calculábamos riesgos en la aventura del Reino

               Os presento tres situaciones en las que nuestro ímpetu fue tan exagerado que los Hijos del Trueno metimos la pata: 

 §  El exorcista desconocido (Mc 9,38-40). Mi hermano Juan increpó duramente a un desconocido,  que expulsaba demonios, sin ser de los nuestros. Fue una metedura de pata. Cómo nos gusta controlar al otro, y poner etiquetas, y dividir el mundo en «nosotros», y «los otros» a los que tenemos que controlar. Cuidado con esto, que la reprensión de Jesús vale para todos los suyos.

 §  El rechazo samaritano (Lc 9,52-56). Otro día fue todavía peor:  mi hermano Juan y yo pedimos fuego del cielo para acabar con una aldea samaritana que se había negado a recibirnos. La agresividad, la venganza, el «te vas a enterar»… Estas cosas no construyen Reino: otra dura reprimenda de Jesús nos lo hizo ver.

 §   La petición de los primeros puestos (Mc 10, 35-41). Tal vez la mayor metedura de pata fue nuestra ambición de conseguir los primeros puestos. Nos gustan lo títulos, las ventajas, el ser importantes y considerados, sentirnos por encima de los demás…. Me da vergüenza recordarlo. No habíamos entendido nada del proyecto de Jesús. El resultado fue que los otros Diez se enfadaron con nosotros. ¡Qué bien hacéis en procurar recuperar la «sinodalidad» de los comienzos y en desclericalizar la Iglesia! Servir al Reino, servir al que sufre, «rebajarse»…

     Pues a pesar de nuestro arrojo, cuando Jesús fue prendido en el huerto, le dejamos completamente solo; huimos todos deprisa y fuimos a refugiarnos en el Cenáculo, cerrando las puertas a cal y canto. Jesús nos tuvo que enseñar la humildad, el servicio, la valentía de resistir a la violencia sin violencias… Aprendimos a reconocer y aceptar nuestra fragilidad,  nuestra debilidad, nuestra imperfección. ¡Todo esto fue fundamental (de «fundamento») cuando nos tocó construir la comunidad cristiana…!

Esto ocurrió después, el primer día de la semana, cuando Jesús Resucitado se presentó en medio de nosotros, y sopló  mientras nos decía: “recibid el Espíritu Santo, como el Padre me envió os envío yo” , y nos lanzamos a anunciar por todas partes la Buena Noticia de la Resurrección.

    Herodes Agripa I, queriendo contentar a los judíos, molestos con el éxito de nuestra predicación, decidió dar un escarmiento a nuestra comunidad cristiana …y en los años 41-44, me hizo decapitar. Pero no os quedéis en mi muerte … que yo, en Jesús, también he resucitado. Venid a mi encuentro… os invito a hacer mi camino, como tantos peregrinos, a través de los siglos…

… En SANTIAGO de COMPOSTELA me encontráis, esperando vuestro abrazo, yo que soy amigo y testigo de Jesús, como vosotros y con vosotros. Y no olvidéis nunca que ser persona y ser discípulo significa siempre caminar. Porque Jesús quiso ser EL CAMINO.

Este relato, resumido y «casi» tal cual es de José Antonio González García, Profesor de N.T. en el Instituto Teológico Compostelano

Quique Martínez de la Lama-Noriega, cmf 

Marcar el enlace permanente.

7 comentarios

  1. Carmen Díaz Bautista

    Es un cuadro tan vivo y cercano que entra directamente al corazón. Le pido al Señor que me ayude en mi deseo de ser discípula y seguir el itinerario que nos marcan los apóstoles. Gracias, Quique, por este texto.

    • Me ha emocionado. Escuchar al Apistol Santiago mostrándome su debilidad y a la vez su Pasion por Cristo, enseñandome el Camino a seguir en la dicha y en la tristeza.
      Recórdandome que Cristo no mira mis hechos, pero si mi corazón, Me ha emocionado.
      Gracias Enrique.

      • Me encanta Lola eso que has dicho acerca de que el Señor no mira los hechos sino el corazón. El Señor disculpa los defectos si nos arrepentimos aunque caigamos pero valora mucho el interior.
        «Jesús manso y humilde de corazón haced mi corazón semejante al vuestro».
        Muchas gracias.

  2. Qué bonito es leer estos comentarios y darte cuenta de varias cosas. En primer lugar que somos discípulos del Señor y que tenemos que hacer lo mismo que hicieron los apóstoles a su lado. Somos los ayudantes de Jesús con la misión de extender su reino. En segundo lugar, y es lo que me anima mucho, es que Jesús no se rodeó de hombres perfectos sino que cogidos de la COMUNIDAD miraba en sus corazones. El cariño al prójimo y les hizo recapacitar cuando metieron la pata muchas veces…Pero Él veía los corazones de sus amigos…Otro punto importante es que les enseño a ser los últimos para ser los primeros y la virtud de la humildad. Y en un último punto les hizo ver que esa fuerza para poder imitarle se consigue con el poder de la gracia a través de su tercera persona que es el Espíritu Santo y que por tanto no estamos solos. Que grande es dar la vida por Dios como hizo Santiago…Qizas en nuestra vida y en los tiempos que vivimos no tengamos que hacer ese acto de la mayor entrega de amor que es el dar la vida… Pensemos si aunque no sea ssi podamos entrgar parte de nuestro día a día al Señor por los demás y siempre bajo el prisma del amor a todos los hombres que son nuestros hermanos.
    Señor te pido que a través del Santo Apóstol Santiago me ayudes a ser un gran discípulo tuyo y que por mis palabras y obras vean en mi que eres el motor de la vida. Así sea.

  3. EVANGELIO SOLEMNIDAD DE SANTIAGO
    Interesante y a la vez comprometida la reflexión del Evangelio.
    Me llama la atención la reflexión en primera persona. Santiago habla directamente a los seguidores de Jesús, desde su experiencia personal, como discípulo del Maestro. De su recorrido y aprendizaje en compañía del que un día pronunció su nombre.
    De esta reflexión, destaco:
    • La importancia del nombre de las personas y su significado.
    • La llamada personal, por el nombre propio.
    • La invitación al seguimiento, que mueve el corazón.
    • La llamada a ser discípulo, en Comunidad.
    Santiago, siguiendo al Maestro, fue descubriendo rasgos, gestos, actitudes que iban configurando la vida y persona de Jesús:
    • Reino de vida.
    • Jesús es Dios.
    • El sufrimiento humano, como hombre. (Sentido redentor del sufrimiento)
    • El seguimiento como discípulo de Jesús, implica: riesgo, aventura, cambio de esquemas, estructuras, rutinas… pero todo desde la fe en Él
    ¿Qué descubro yo de Jesús y en Jesús, cada día, cuando estoy ante Él y me dice: “sígueme”.
     Ser persona y discípula, es estar siempre en camino, porque Jesús es el CAMINO. Como Santiago, tengo que dejar “todo”. Este “todo”, que es insignificante comparado con los dones recibidos de Él.
    En este primer aspecto, aparece la debilidad, inseguridad, egoísmo, apegos, orgullo, falta de confianza… Solo por falta de fe en el Maestro.
     Como Santiago tengo que tener presente, en mi vida, las enseñanzas del Cenáculo, enseñanzas que descubro en la oración:
    – Servicio a los demás con generosidad y amor.
    – Reconocer mi debilidad, fragilidad, imperfección y cambiarlo por entrega, perdón, y humildad…
    – Vivir cada día el gozo de la llamada, desde la conversión personal y actualizar esta llamada como acicate para mi vida.
    Termino con una pequeña oración:
    Señor Jesús, Maestro de tus discípul@s, aleja de mí el afán de poder y ambiciones. Hazme humilde y sencilla. Que en mis sueños, en mis proyectos, no deje fuera a los más débiles.
    Que siempre busque ser discípula en Comunidad, en Iglesia.
    Que como Santiago sepa cada día descubrir aspectos que configuren tu Reino.

    Teresa Gil

  4. Muchas gracias querido Quique. Mientras leía este relato he sentido como si el mismo Santiago estuviera sentado a mi vera contándome sus vivencias y haciendome ver la cantidad de veces que en mi seguimiento a Jesús meto la pata. Le pido fuerza y ánimo para como él saber rectificar. Recibe mi abrazo en Cristo.

  5. Que sería de nosotros, al menos de mi, si el Señor mirara las obras, pero como bien dices José Antonio, nos escoge corrientes, del montón, con nuestros defectos y algunas virtudes. Pero aquí estamos intentándolo todos los días y varias veces al día.
    De nuevo gracias Enrique y para todos Feliz día de SANTIAGO.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.