Somos un grupo de jóvenes que nos juntamos para vivir, construir, y compartir nuestra fe. Esto es porque entendemos y sentimos que la llamada que se nos hace para desarrollar en profundidad y realismo y a fin de cuentas, enriquecer la fe, no puede ser otra que compartiendo, contrastando y cuidándola entre todos.
La Comunidad Juvenil surge de la necesidad que sentimos en nosotros tras finalizar los procesos en los que descubrimos esa fe en nuestra parroquia. Después de la catequesis, y del bullicioso y muy enriquecedor Centro Juvenil, ¿ahora qué? Simplemente aquello no podía acabar tras la Confirmación. Porque no hay tal cosa como una formación y un título acreditativo del cristiano. Porque entendemos que un cristiano, como la vida misma, no deja de formarse y crecer. Y del mismo modo que el individuo vive y se desarrolla en la sociedad, cada uno de nosotros desarrolla ése aspecto de su ser en Comunidad, lugar de convergencia de las diferentes personalidades, puntos de vista, necesidades y vivencias, que favorecen el crecimiento personal y espiritual, y sirve como campo fértil en el que cultivar los talentos que a cada uno, y a todos en conjunto, les han sido dados.
Todo esto no sería posible sin una idea común, un objetivo, una dirección. Y dado que esa idea es la fuerza que impulsa la ilusión y así, el trabajo de cualquier sistema, en nosotros no puede ser otra que Cristo y el mensaje que nos dejó. Si las cosas funcionan en la Comunidad, es porque lo ponemos a Él en el centro. Porque creyendo en Él, superamos los naturales egos y vicisitudes, y porque creer firmemente en que su promesa es posible, significa ponerlo en práctica, empezando por nosotros mismos. De este modo, la Comunidad se convierte en un pequeño marco donde vivir y reaccionar como luego procuramos actuar en la vida cotidiana.
Así, nos reunimos una vez por semana, los domingos a las 19:00, en nuestra “Sala de Comunidad Juvenil”. Y es en éstas reuniones donde llevamos a cabo el programa que elaboramos nosotros mismos durante el primer fin de semana del curso (Fin de Semana de Programación), en el que se deciden los temas de más interés en ese año; desde diferentes propuestas de voluntariado, situación de algún país en vías de desarrollo, el papel de la mujer en la Iglesia, cómo leer el Antiguo Testamento, otras religiones…
Por último, remarcar que todo lo que se hace en la Comunidad, lo hacemos nosotros, entre todos, preparando las reuniones o buscando la gente más adecuada para formarnos o darnos un testimonio. Además, contamos también con el acompañamiento de un sacerdote que brujulea y asesora, como persona versada en aspectos que nosotros, por nuestras respectivas formaciones y experiencias, estamos faltos de información y criterio como para poder hablar de ello con total propiedad.
Todo esto y mucho más, es lo que figura en el “Proyecto Comunitario”. Un documento elaborado también por nosotros, en el que se asientan las bases de toda comunidad cristiana:
– Fraternidad: Porque nos sentimos Hermanos.
– Testimonio: Porque queremos vivir de forma coherente con nuestra fe.
– Oración: Personal y Comunitaria.
– Servicio: Porque entendemos que el compromiso con el mundo es vivir al estilo de Jesús.
Y éste es el Proyecto que queremos construir día a día, en la realidad y en el ideal, dentro y fuera de la Comunidad.
“42 Y eran fieles en conservar la enseñanza de los apóstoles, en compartir lo que tenían, en reunirse para partir el pan y en la oración.
43 Todos estaban asombrados a causa de los muchos milagros y señales que Dios hacía por medio de los apóstoles.44 Todos los creyentes estaban muy unidos y compartían sus bienes entre sí; 45 vendían sus propiedades y todo lo que tenían, y repartían el dinero según las necesidades de cada uno. 46 Todos los días se reunían en el templo, y en las casas partían el pan y comían juntos con alegría y sencillez de corazón. 47 Alababan a Dios y eran estimados por todos; y cada día el Señor hacía crecer la comunidad con el número de los que él iba llamando a la salvación.”