En Dios no hay acepción de personas. Domingo XX. Tiempo ordinario, ciclo A

La salvación es universal. En Dios no hay acepción de personas

Primera lectura: Lectura del libro del profeta Isaías 56,1.6-7: A los extranjeros los traeré hacia mi monte santo

Salmo responsorial: Salmo 66: Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben

Segunda lectura: Lectura de la carta de san Pablo a los Romanos 9,13-15.29-32: Los dones y la llamada de Dios son irrevocables para Israel

Evangelio: Lectura del santo Evangelio según san Mateo 15,21-28: Mujer, qué grande es tu fe.

En las lecturas de la liturgia de este domingo resuena la afirmación del carácter universal de la salvación, pues Dios es padre de todos y en él no hay acepción de personas. La 1ª lectura, tomada de un discípulo de Isaías, afirma que la salvación que goza Israel se extenderá a todos los pueblos que acepten sinceramente vivir como miembros del pueblo de Dios. En el Evangelio Jesús cura a la hija de una mujer extranjera, que manifiesta una gran fe en su poder personal. Jesús parece no hacerle caso a la primera petición que le hace, afirmando que su misión era solo el pueblo de Israel. Realmente se trataba de una excusa para provocar el acto de fe decisivo, ante el que actuó. La mujer reconoce su necesidad y expresa su fe, conversión y fe, las dos condiciones necesarias para que la salvación llegue a toda persona. El hecho se presenta como un adelanto del carácter universal de la salvación, anunciado en el AT y que se realizará en la Iglesia.

La 2ª lectura habla de la elección especial de Israel como pueblo de Dios, afirmación que parece contradecir lo anterior, pero realmente lo aclara. Por una parte, ayuda a comprender el carácter de esta elección. No se trataba de excluir definitivamente al resto de la humanidad de las bendiciones de Dios, que siempre actúa por medio de su Espíritu en todos los tiempos y lugares con plena libertad, sino de preparar un pueblo especial donde fuera creciendo la planta que después se trasplantaría a todos los lugares. Como en un vivero se siembran semillas y se cuida con esmero el crecimiento de las plantas hasta que están fuertes y en condiciones de ser trasplantadas a otros lugares, así Dios eligió a un pueblo para educarlo poco a poco como pueblo suyo y ofrecer después esta salvación a todos los pueblos. Por eso la elección de Israel no excluye la salvación universal, como ha recordado la 1ª lectura, al contrario, esta es su última finalidad.

Por otra parte, la 2ª lectura habla de la incredulidad del pueblo judío, el pueblo elegido, por la que actualmente está fuera de la plenitud de salvación que se ofrece por Cristo. El motivo es su orgullo religioso y falta de fe. Quieren un mesías, pero no de acuerdo con los planes de Dios sino de los propios, por lo que rechazan a Jesús. Deseaban un mesías político-religioso que hiciera de ellos un gran imperio, y se encontraron con un mesías que actúa de forma humilde entre lo más humildes del pueblo y que termina fracasando en una cruz. S Pablo comenta esta situación exhortándonos a no despreciar al pueblo judío y a aprender la lección, pues si no aceptamos con humildad y fe viva la salvación según los planes de Dios revelados en Jesús, también nosotros seremos excluidos; si ellos, a pesar de ser pueblo elegido, quedaron fuera de la salvación, igual nos puede suceder a nosotros. A pesar de todo, el pueblo judío, pueblo elegido, se convertirá, pues Dios es fiel a sus promesas, « pues los dones y la llamada de Dios son irrevocables».

La salvación cristiana se ofrecer a todos los hombres sin exclusión y con los mismos requisitos, conversión sincera que reconoce la propia debilidad moral y pecado y fe viva en el poder salvador de Dios por medio de Jesucristo. Hoy día asistimos a un corrimiento del mapa del mundo creyente, países que fueron cristianos están dejando de serlo y otros nacen a la fe. Esta situación es una llamada a la conversión sincera de todos nosotros.

La palabra de Dios invita a la apertura, ofreciendo el Evangelio a todos y acogiendo a los nuevos cristianos, especialmente a los inmigrantes que viven entre nosotros y que hay que incorporar a nuestras comunidades. En la Iglesia cristiana desaparecen los nacionalismos, todos somos iguales e hijos de Dios. La Eucaristía es sacramento de universalidad, de unidad y de comunión. En ella damos gracias al Padre por el don de la fe y pedimos vivir todas sus consecuencias.

curar enfermos, dar de comer a necesitados. Domingo XVIII. Tiempo ordinario. Ciclo A

Signos del Reino presente: curar enfermos, dar de comer a necesitados

Primera lectura: Lectura del libro del profeta Isaías 55,1-3: Venid y comed

Salmo responsorial: Salmo 144,8-9.15-18: Abres tú la mano, Señor, y nos sacias de favores

Segunda lectura: Lectura de la carta de san Pablo a los Romanos 8,35-39: Ninguna criatura podrá apartarnos del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús

Evangelio: Lectura del santo Evangelio según san Mateo 14,13-21: Curó a muchos… comieron todos y quedaron satisfechos

 Jesús proclamó la llegada del Reino de Dios con palabras y signos que ayudaban a comprender lo que significa que Dios ya comienza a reinar en un proceso que ya ha comenzado y que culminará en su parusía.

Curar a enfermos significa que Dios no quiere el dolor y que llegará un momento en que compartiremos la resurrección de Jesús, venciendo totalmente el dolor y la muerte en un mundo en que Dios enjugará toda lágrima de sus ojos, y no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos ni fatigas, porque el  mundo viejo ha pasado. » (Apoc 21,4). Pero no es sólo un signo del futuro que nos espera sino que tiene una implicación actual, pues la lucha contra el dolor y la enfermedad  forma parte de las tareas del Evangelio. Esto justifica la dedicación de miles de personas   a esta tarea y la obligación de los cristianos de seguir realizando este “signo del Reino”.  A pesar de todo, el dolor es una realidad que nos acompaña, pero Jesús da un nuevo sentido redentor al dolor, que por eso deja de ser una realidad totalmente negativa.

En esta misma línea está el “signo de los panes”. Ya en el AT aparece el alimento gratuito a los hambrientos como signo del Reino futuro (1ª lectura) cf. también Hará Yahveh Sebaot a todos los pueblos en este monte un convite de manjares frescos, convite de buenos vinos: manjares de tuétanos, vinos depurados… consumirá a la Muerte definitivamente. Enjugará el Señor Yahveh las lágrimas de todos los rostros… (Is 25, 6-8). Comer implica, por un lado, satisfacer una necesidad existencial, pero, por otro, es un acto social en que compartimos amistad en contexto gozoso. Esto explica el frecuente uso que hace Jesús de la comida como signo del Reino que anuncia.  Por una parte, come con los pecadores para anunciar que el Reino no es reunión de autosuficientes satisfechos sino satisfacción de necesidades existenciales con personas perdonadas; por otra, instituirá como su memorial la comida eucarística; finalmente durante su ministerio dio de comer a una masa, anunciando con ello que con su obra comienza el cumplimiento del banquete anunciado y las implicaciones que este comienzo tiene para sus discípulos.

Ser discípulo de Jesús implica continuar en nuestro mundo el signo de los panes, trabajando contra la injusticia del hambre en el mundo y favoreciendo un justo reparto de bienes entre todos los hombres. Todo es obra del amor de Dios (2ª lectura): el que recibe el amor de Dios debe compartirlo con los demás trabajando por un mundo mejor. Los que trabajen por hacer de este mundo un “banquete fraternal” recibirán el premio del banquete final del Reino de Dios consumado: Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios  (Mt 5,9); Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo, porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis (Mt 25,34-35).

La Eucaristía se sitúa entre nuestro trabajo por hacer de este mundo un banquete y la herencia del banquete futuro. Agradecemos el alimento gratuito, el mismo Jesús, que nos sacia, alimenta y fortalece para enjugar las lágrimas de nuestros hermanos y hacer de este mundo un banquete.

fiesta de la Asunción de Nuestra Señora. 15 de agosto.

Celebramos hoy la fiesta de la Asunción de Nuestra Señora. Una verdad de fe definida por la Iglesia en 1950 por el Papa Pio XII: Es dogma revelado por Dios que la Inmaculada Madre de Dios, la Virgen María, terminado el curso de su vida terrena, fue elevada en cuerpo y alma a la gloria celestial».

Pero la fiesta es muy antigua. En Jerusalén hay dos iglesias de Nuestra Señora:
– De la «Dormición»: En la cripta aparece sobre una mesa la «Virgen dormida».
– Del «Sepulcro» de María donde habría sido enterrada, con una pintura muy antigua de la Asunción.

Las LECTURAS se relacionan con la fiesta:

1ª lectura: Maria, imagen de la Iglesia. (Ap 11,19a; 12,1-10ab).

El texto describe la lucha incomparable de un dragón horrendo, símbolo de las fuerzas del mal, contra una mujer indefensa y un niño frágil. A pesar de las fuerzas del mal, el dragón fue vencido. Vencieron la madre y el hijo por la intervención salvadora de Dios. Esa «Mujer» representa a la Comunidad de Israel, compuesta de 12 tribus. Mas se aplica también a María, de quien nació el Mesías. Como María, la Iglesia engendra en el dolor un mundo nuevo. Y como María, participa en la victoria de Cristo sobre el Mal. El Canto final: «Ahora llegó la salvación” es una invitación a la esperanza.

 2ª lectura: María, NUEVA EVA. NUEVO ADÁN.

Jesús hac de la Virgen María una NUEVA EVA, señal de esperanza para todos los hombres. (1Cor 15,20-27).
El texto es una larga demostración de la resurrección. La Asunción es una forma privilegiada de Resurrección. Pablo no evoca a María, mas esta lectura en la Asunción, lleva a reconocer el lugar eminente de la Madre de Dios en el gran movimiento de la resurrección.

Evangelio: María, Madre de los creyentes.

Llena del Espíritu Santo, María encuentra palabras de fe y de esperanza: ¡a partir de ahora todas las generaciones la llamarán bienaventurada! (Lc 1,39-56).
El cántico de María habla desde el principio del Plan de Dios, que prosiguió en María y que se cumple ahora en la Iglesia.

El SENTIDO DE LA FIESTA: una Mujer que es SIGNO.

  • La primera y la más perfecta discípula de Cristo. La Virgen se constituye en imagen y tipo de Iglesia en el orden de la fe, de la caridad y de la unión perfecta con Cristo. María encarnó en su persona y en su vida terrena, el ideal de santidad del seguidor de Cristo.
  • Señal escatológica de la Iglesia: María Asunta es figura y primicia de la Iglesia que un día será glorificada; y consuelo y esperanza del pueblo peregrino en la tierra. Es el Puente del paso de Israel a la Iglesia.
  • Es una Señal humana de esperanza. La contemplación de María en la gloria nos hace ver la victoria de la esperanza.
«Porque hoy ha sido llevada al cielo la Virgen, Madre de Dios; ella es figura y primicia de la Iglesia que un día será glorificada; ella es consuelo y esperanza de tu pueblo, todavía peregrino en la tierra. Con razón no quisiste, Señor, que conociera la corrupción del sepulcro la mujer que por obra del Espíritu, concibió en su seno al autor de la vida, Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro. (Prefacio).

¿Es María modelo cristiano para hoy?

“La Virgen María siempre fue propuesta por la Iglesia a la imitación de los fieles no precisamente por el tipo de vida que llevó, dentro del ambiente en que vivió hoy superado, sino porque ella se unió totalmente a la voluntad de Dios, porque supo acoger su palabra y la puso en práctica, porque su acción estuvo animada por la caridad y por el espíritu de servicio, porque fue la primera y más perfecta discípula de Cristo». (Pablo VI).

María señal del amor de Dios.

En la vida sentimos necesidad de expresiones de amor y señales de cariño, que los otros tienen para con nosotros y que tenemos para con los otros: un saludo, un beso, una carta, un gesto, una sonrisa. En la vida espiritual también necesitamos de esas señales…
Cristo es el gran Sacramento del Padre y María es la señal perenne y maternal del amor que Dios nos tiene en Cristo Jesús nuestro Señor.
La fiesta de hoy es señal de lo que Dios prepara para los que son capaces de amar y servir. Es la anticipación de lo que Dios quiere dar: la plena felicidad…

¡ÁNIMO, SOY YO! 18º Domingo Tiempo Ordinario, Ciclo A

La mayoría de las personas cree en Dios y le gustaría tener un trato más cercano con Él. Pero “¿Dónde está Dios?» “¿Dónde lo podemos encontrar?» Las Lecturas de hoy tienen dos escenas muy bellas, que muestran cómo SE REVELA Dios.

En la 1ª Lectura, Dios se revela a Elías, en una BRISA suave. (1Re 19,9a.11-13). Cansado y perseguido de muerte por Jezabel, Elías huye al desierto, Caminando al Monte Horeb, donde Moisés se encontró con Dios… Allí, Elías lo esperaba en el viento, en el terremoto, en el fuego, pero Él no estaba allí. Dios va a su encuentro de una forma diferente: “en el soplo suave de una BRISA…”  y allí le habla…

Dios se manifiesta en la humildad, en la simplicidad, en la interioridad. Es preciso acallar el ruido excesivo, moderar la actividad desenfrenada, encontrar tiempo para consultar al corazón y a la Palabra de Dios, para percibir su presencia y sus indicaciones, en los signos, casi siempre discretos, que Él deja en la historia y en nuestra vida.

En la 2ª Lectura, Pablo habla de que Dios se reveló, ofreciendo a todos una propuesta de Salvación, pero que su pueblo infelizmente la rechazó. (Rom 9,1-5)

En el Evangelio, Dios se revela en la TEMPESTAD. (Mt 14,22-33)

– Jesús envía a los discípulos en misión en la otra orilla del lago y, cansado, se retira de la multitud… va al monte a rezar…
– Mientras tanto, los apóstoles navegan «de noche” preocupados, en la barca agitada por vientos contrarios.
– Jesús interrumpe el descanso… va a su encuentro, «caminando sobre el AGUA».
– Ellos se asustan: “Es un fantasma…»
– Y Jesús se identifica: “¡Ánimo, SOY YO, no tengáis MIEDO!».
– Pedro le contestó: «Se eres Tú, mándame ir hacia ti andando sobre el agua».
Jesús le dijo: “¡Ven!»
– Pedro va al encuentro de Jesús; mas, asustado por el viento, comienza a dudar y a hundirse. Entonces grita pidiendo socorro: “¡Señor, sálvame!».
– Jesús primero extiende la mano y después le pregunta: “¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?».
– Jesús sube a la barca y amainó el viento…
– Entonces todos se postraron ante Jesús, diciendo: “Realmente eres Hijo de Dios».
Dios se manifiesta en medio de las dificultades, los vientos de la tempestad. Mientras Jesús está en diálogo con el Padre, los discípulos están solos.
Atravesando el lago. Este viaje, sin embargo, no es fácil y sereno… Es de noche; las olas azotan a la barca y navega con dificultad, con viento contrario. Los discípulos están preocupados, pues Jesús no está con ellos…

Esa BARCA es la COMUNIDAD CRISTIANA: La «noche» representa las tinieblas, la oscuridad, la confusión, la inseguridad en que “navegan” a través de la historia los discípulos de Jesús, sin saber exactamente qué caminos recorrer ni hacia dónde ir…
Las «olas» representan la hostilidad del mundo, que golpea continuamente contra la barca en que navegan los discípulos…
Los «vientos contrarios» representan las resistencias al proyecto de Jesús.

Los discípulos de Jesús se sienten perdidos, solos, abandonados, desanimados, desilusionados, incapaces de enfrentar las tempestades que las fuerzas de la muerte y de la opresión lanzan contra ellos…
Y es ahí, donde Jesús manifiesta su presencia. Él va al encuentro de los discípulos «caminando sobre el mar». El episodio refleja a fragilidad de la fe de los discípulos, cuando tuvieron que enfrentarse a las fuerzas adversas, sin la presencia de Jesús en la barca.

Los discípulos siguen a Jesús de forma decidida, mas se sienten abatidos cuando llegan las persecuciones, las dificultades… Entonces, comienzan a hundirse y a sumergirse por el «mar» de la muerte, de la frustración, del desánimo, de la desilusión…
Sin embargo, Jesús está allí para extenderles la mano y apoyarlos. Finalmente, la desconfianza de los discípulos se transforma en una fe firme: “Realmente eres Hijo de Dios».

El texto es una CATEQUESIS sobre a el camino de la Comunidad de Jesús, enviada a la “otra orilla», para convidar a todos al banquete del Reino y ofrecerles el alimento con que Dios mata el hambre de vida y de felicidad de sus hijos.

  • El camino no es un camino fácil. La comunidad (la «barca») de los discípulos debe abrir camino a través de un mar de dificultades, por la hostilidad de los adversarios del Reino y por el rechazo del mundo a acoger los proyectos de Jesús.
  • Los discípulos deben ser conscientes de la presencia de Jesús.
  • El «fantasma» del MIEDO desvanece y las crisis de fe se superan, cuando aceptamos la presencia de Dios en nuestra vida. Él sigue asegurando: “¡Ánimo! Soy Yo. No tengáis miedo».

Que LOS PADRES puedan percibir siempre esa presencia de Cristo, que viene a su encuentro con palabras de esperanza. “¡ÁNIMO. Soy Yo. No tengáis miedo!».
Cuando Cristo entra en la BARCA, el viento y las olas paran… y vuelve la tranquilidad… la paz.

Domingo 19º del Tiempo Ordinario – Ciclo A

Primera lectura

Lectura del primer libro de los Reyes (19,9a.11-13a):

En aquellos días, cuando Elías llegó al Horeb, el monte de Dios, se metió en una cueva donde pasó la noche. El Señor le dijo: «Sal y ponte de pie en el monte ante el Señor. ¡El Señor va pasar!»
Vino un huracán tan violento que descuajaba los montes y hizo trizas las peñas delante del Señor; pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento, vino un terremoto; pero el Señor no estaba en el terremoto. Después del terremoto, vino un fuego; pero el Señor no estaba en el fuego. Después del fuego, se oyó una brisa tenue; al sentirla, Elías se tapó el rostro con el manto, salió afuera y se puso en pie a la entrada de la cueva.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 84, 9ab-10. 11-12. 13-14

R/. Muéstranos, Señor, tu misericordia
y danos tu salvación

Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos.»
La salvación está ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitará en nuestra tierra. R/.

La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo. R/.

El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (9,1-5):

Digo la verdad en Cristo; mi conciencia, iluminada por el Espíritu Santo, me asegura que no miento. Siento una gran pena y un dolor incesante, en mi corazón, pues por el bien de mis hermanos, los de mi raza según la carne, quisiera incluso ser un proscrito lejos de Cristo. Ellos descienden de Israel, fueron adoptados como hijos, tienen la presencia de Dios, la alianza, la ley, el culto y las promesas. Suyos son los patriarcas, de quienes, según la carne, nació el Mesías, el que está por encima de todo: Dios bendito por los siglos. Amén.

Palabra de Dios

Evangelio

Evangelio según san Mateo (14,22-33), del domingo, 9 de agosto de 2020

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo (14,22-33):

Después que la gente se hubo saciado, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras el despedía a la gente. Y, después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba allí solo. Mientras tanto, la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. De madrugada se les acercó Jesús, andando sobre el agua. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma.
Jesús les dijo en seguida: «¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!»
Pedro le contestó: «Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre el agua.»
Él le dijo: «Ven.»
Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua, acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: «Señor, sálvame.»
En seguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: «¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?» En cuanto subieron a la barca, amainó el viento.
Los de la barca se postraron ante él, diciendo: «Realmente eres Hijo de Dios.»

Palabra del Señor

Domingo 18º del Tiempo Ordinario – Ciclo A

Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (55,1-3):

Así dice el Señor: «Oíd, sedientos todos, acudid por agua, también los que no tenéis dinero: venid, comprad trigo, comed sin pagar vino y leche de balde. ¿Por qué gastáis dinero en lo que no alimenta, y el salario en lo que no da hartura? Escuchadme atentos y comeréis bien, saborearéis platos sustanciosos. Inclinad el oído, venid a mí: escuchadme, y viviréis. Sellaré con vosotros alianza perpetua, la promesa que aseguré a David.»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 144

R/. Abres tú la mano, Señor, y nos sacias de favores

El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R/.

Los ojos de todos te están aguardando,
tú les das la comida a su tiempo;
abres tú la mano,
y sacias de favores a todo viviente. R/.

El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones;
cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (8,35.37-39):

¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?: ¿la aflicción?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada? Pero en todo esto vencemos fácilmente por aquel que nos ha amado. Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro.

Palabra de Dios

Evangelio

Evangelio según san Mateo (14,13-21), del domingo, 2 de agosto de 2020

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo (14,13-21):

En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan, el Bautista, se marchó de allí en barca, a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Al desembarcar, vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle: «Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer.»
Jesús les replicó: «No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer.»
Ellos le replicaron: «Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces.»
Les dijo: «Traédmelos.»
Mandó a la gente que se recostara en la hierba y, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.

Palabra del Señor

Domingo 17º del Tiempo Ordinario – Ciclo A

Primera lectura

Lectura del primer libro de los Reyes (3,5.7-12):

En aquellos días, el Señor se apareció en sueños a Salomón y le dijo: «Pideme lo que quieras.»
Respondió Salomón: «Señor, Dios mío, tú has hecho que tu siervo suceda a David, mi padre, en el trono, aunque yo soy un muchacho y no sé desenvolverme. Tu siervo se encuentra en medio de tu pueblo, un pueblo inmenso, incontable, innumerable. Da a tu siervo un corazón dócil para gobernar a tu pueblo, para discernir el mal del bien, pues, ¿quién sería capaz de gobernar a este pueblo tan numeroso?»
Al Señor le agradó que Salomón hubiera pedido aquello, y Dios le dijo: «Por haber pedido esto y no haber pedido para ti vida larga ni riquezas ni la vida de tus enemigos, sino que pediste discernimiento para escuchar y gobernar, te cumplo tu petición: te doy un corazón sabio e inteligente, como no lo ha habido antes ni lo habrá después de ti.»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 118,57.72.76-77.127-128.129-130

R/. ¡Cuánto amo tu voluntad, Señor!

Mi porción es el Señor;
he resuelto guardar tus palabras.
Más estimo yo los preceptos de tu boca
que miles de monedas de oro y plata. R/.

Que tu bondad me consuele,
según la promesa hecha a tu siervo;
cuando me alcance tu compasión,
viviré, y mis delicias serán tu voluntad. R/.

Yo amo tus mandatos
más que el oro purísimo;
por eso aprecio tus decretos
y detesto el camino de la mentira. R/.

Tus preceptos son admirables,
por eso los guarda mi alma;
la explicación de tus palabras ilumina,
da inteligencia a los ignorantes. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (8,28-30):

Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien: a los que ha llamado conforme a su designio. A los que había escogido, Dios los predestinó a ser imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito de muchos hermanos. A los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó.

Palabra de Dios

Evangelio

Evangelio según san Mateo (13,44-52), del domingo, 26 de julio de 2020

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,44-52):

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra. El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto?»
Ellos le contestaron: «Sí.»
Él les dijo: «Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.»

Palabra del Señor

Domingo 16º del Tiempo Ordinario – Ciclo A

Primera lectura

Lectura del libro de la Sabiduría (12,13.16-19):

Fuera de ti, no hay otro dios al cuidado de todo, ante quien tengas que justificar tu sentencia. Tu poder es el principio de la justicia, y tu soberanía universal te hace perdonar a todos. Tú demuestras tu fuerza a los que dudan de tu poder total, y reprimes la audacia de los que no lo conocen. Tú, poderoso soberano, juzgas con moderación y nos gobiernas con gran indulgencia, porque puedes hacer cuanto quieres. Obrando así, enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser humano, y diste a tus hijos la dulce esperanza de que, en el pecado, das lugar al arrepentimiento.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 85,5-6.9-10.15-16a

R/. Tú, Señor, eres bueno y clemente

Tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia, con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende la voz de mi súplica. R/.

Todos los pueblos vendrán
a postrarse en tu presencia, Señor;
bendecirán tu nombre:
«Grande eres tú, y haces maravillas;
tú eres el único Dios.» R/.

Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad y leal,
mírame, ten compasión de mí. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (8,26-27):

El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables. Y el que escudriña los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu, y que su intercesión por los santos es según Dios.

Palabra de Dios

Evangelio

Evangelio según san Mateo (13,24-43), del domingo, 19 de julio de 2020

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,24-43):

En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente: «El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, su enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo: «Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?» Él les dijo: «Un enemigo lo ha hecho.» Los criados le preguntaron: «¿Quieres que vayamos a arrancarla?» Pero él les respondió: «No, que, al arrancar la cizaña, podríais arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y, cuando llegue la siega, diré a los segadores: Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero.»»
Les propuso esta otra parábola: «El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas y vienen los pájaros a anidar en sus ramas.»
Les dijo otra parábola: «El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina y basta para que todo fermente.»
Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del profeta: «Abriré mi boca diciendo parábolas; anunciaré los secretos desde la fundación del mundo.»
Luego dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle: «Acláranos la parábola de la cizaña en el campo.»
Él les contestó: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles. Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será el fin del tiempo: el Hijo del Hombre enviará sus ángeles y arrancarán de su reino a todos los corruptos y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su padre. El que tenga oídos, que oiga.»

Palabra del Señor

Domingo 15º del Tiempo Ordinario – Ciclo A

Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (55,10-11):

Así dice el Señor: «Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo.»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 64,10.11.12-13.14

R/. La semilla cayó en tierra buena y dio fruto

Tú cuidas de la tierra,
la riegas y la enriqueces sin medida;
la acequia de Dios va llena de agua,
preparas los trigales. R/.

Riegas los surcos,
igualas los terrones,
tu llovizna los deja mullidos,
bendices sus brotes. R/.

Coronas el año con tus bienes,
tus carriles rezuman abundancia;
rezuman los pastos del páramo,
y las colinas se orlan de alegría. R/.

Las praderas se cubren de rebaños,
y los valles se visten de mieses,
que aclaman y cantan. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (8,18-23):

Sostengo que los sufrimientos de ahora no pesan lo que la gloria que un día se nos descubrirá. Porque la creación, expectante, está aguardando la plena manifestación de los hijos de Dios; ella fue sometida a la frustración, no por su voluntad, sino por uno que la sometió; pero fue con la esperanza de que la creación misma se vería liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que hasta hoy la creación entera está gimiendo toda ella con dolores de parto. Y no sólo eso; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior, aguardando la hora de ser hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo.

Palabra de Dios

Evangelio

Evangelio según san Mateo (13,1-23), del domingo, 12 de julio de 2020

Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,1-23):

Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó junto al lago. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y la gente se quedó de pie en la orilla.
Les habló mucho rato en parábolas: «Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y, como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó. Otro poco cayó entre zarzas, que crecieron y lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y dio grano: unos, ciento; otros, sesenta; otros, treinta. El que tenga oídos que oiga.»

Palabra del Señor

Domingo 14º del Tiempo Ordinario – Ciclo A

Domingo, 5 de julio de 2020

Primera lectura

Lectura de la profecía de Zacarías (9,9-10):

Así dice el Señor: «Alégrate, hija de Sión; canta, hija de Jerusalén; mira a tu rey que viene a ti justo y victorioso; modesto y cabalgando en un asno, en un pollino de borrica. Destruirá los carros de Efraín, los caballos de Jerusalén, romperá los arcos guerreros, dictará la paz a las naciones; dominará de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra.»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 144,1-2.8-9.10-11.13cd-14

R/. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey

Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;
bendeciré tu nombre por siempre jamás.
Día tras día, te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás. R/.

El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R/.

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R/.

El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (8,9.11-13):

Vosotros no estáis sujetos a la carne, sino al espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo. Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros. Así, pues, hermanos, estamos en deuda, pero no con la carne para vivir carnalmente. Pues si vivís según la carne, vais a la muerte; pero si con el Espíritu dais muerte a las obras del cuerpo, viviréis.

Palabra de Dios

Evangelio

Evangelio según san Mateo (11,25-30), del domingo, 5 de julio de 2020

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo (11,25-30):

En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»

Palabra del Señor