CUANDO PERDEMOS A UN SER QUERIDO. Vivir y acompañar el duelo

El duelo es ese tiempo en el que el ser humano vive el dolor por la pérdida de alguien querido. Es el precio que pagamos por haber amado y no poder seguir haciéndolo de la misma manera.

En nuestra cultura se suele vivir la muerte con nuestros rituales propios de despedida y rodeados del cariño de familiares y seres queridos. Hay una manera, podríamos decir, «habitual» de vivir el duelo, pero también hay formas no tan habituales, sobre todo, cuando la experiencia ha sido traumática o cuando la muerte del ser querido ha llegado en circunstancias especiales como la de la pandemia del COVID-19 en la que no hemos podido despedir a los nuestros como nos hubiera gustado.

Este libro de Publicaciones Claretianas quiere ser un bálsamo y una ayuda en este tiempo difícil. Un libro que nos ayude a comprender el duelo y lo que experimentamos cuando despedimos a un ser querido. A su vez, el libro quiere ser una palabra de Esperanza y una ayuda desde la fe para rezar y para ir encontrando la paz necesaria hasta que podamos celebrar una despedida más solemne y acompañados de la comunidad cristiana en el funeral.

Cuando perdemos a un ser querido

TEJER HISTORIAS. Comunicar Esperanza en tiempos de pandemia

Una obra coral de Publicaciones Claretianas. Un tejido de historias escritas por una treintena de periodistas que nos hablan del espíritu humano en tiempos de pandemia. Buenas historias que construyen un mundo nuevo y nos ayudan a reencontrar las raíces y la fuerza para avanzar juntos. Historias, en definitiva que saben mirar al mundo y a los acontecimientos contando cómo somos parte de un tejido vivo y revela, al mismo tiempo, el entretejido de los hilos con los que estamos unidos unos con otros. En medio de una situación que nos lleva a sucumbir a la desesperación, estos periodistas nos ofrecen unas verdaderamente bellas historias de humanidad con sabor a Esperanza.
 

¡EN EL DOMINGO DE LA DIVINA MISERICORDIA!

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos” (Jn 20,19) nos decía el evangelio de ayer, 2º domingo de Pascua. Nosotros estamos recluidos en nuestras casas por el estado de alarma que nos ha traído el coronavirus. El miedo y la reclusión suelen ser signos de la falta de fe, Pero también pueden ser, quieren ser en nuestro caso, expresión de responsabilidad y prudencia.

En cualquier situación es bueno dejarnos guiar por Jesús, que nos trae su paz y su Espíritu. Y con el apóstol Pedro bendecir a «Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que por su gran misericordia, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha regenerado para una esperanza viva» (1 Pe 1,3-4).

Las imágenes de nuestra iglesia-santuario, celebración de la misa en precario y a puerta cerrada, quiere ser expresión de esa paz que nos trae Jesús y que deseamos que llegue a todos los parroquianos. Regenerados para una esperanza viva y animado por el  Espíritu de Jesús, no seremos víctimas del miedo que paraliza, sino más bien testigos de la presencia del Señor entre nosotros

Y hoy, tras la celebración del domingo de la Divina Misericordia, lo hacemos con María, la Madre del Resucitado, a través de la antífona mariana para el tiempo pascual. A través del link «Mater Misericordia: los misterios de la misericordia», del blog Ecología del Espíritu del claretiano JCR García Paredes, os invitamos a orar viviendo con María el gozo de la Pascua. Como dice el P. García Paredes: «El Espíritu de la Misericordia promueve muchas iniciativas creativas, imaginativas, en favor de la tantas personas hoy necesitadas de ayuda espiritual y material: ¡obras de misericordia espirituales y corporales!. La memoria y presencia de la «Mater misericordiae» nos activa y estimula».

“MATER MISERICORDIAE”: LOS MISTERIOS DE LA MISERICORDIA (2 domingo de Pascua,17-18 Abril 2020)

DOMINGO 2º DE PASCUA 2020. CICLO A

Domingo, 19 de Abril de 2020

Meditación:

Uno de los aspectos que caracteriza la relación de Jesús con quienes le buscaban fue el hecho de que Él eliminaba la distancia y los tocaba: Jesús no sólo curó a algunos leprosos, corrió el riesgo de tocarlos, de entrar en relación con ellos. En las apariciones pascuales reaparece esa cuestión del “tocar”. Tomás dudó y dijo: “Si no le toco, no creeré.” Jesús permite que le toque pero añade: “Dichosos los que creen sin haber visto”. Normalmente vemos y creemos. Ese es nuestro proceso de encuentro con la realidad. El Resucitado inaugura una nueva metodología. Debemos creer para poder ver. Debemos no tocar para poder tocar. Debemos aceptar el silencio y la distancia para vivir de verdad la nueva relación que nos trae la Pascua.

Oración:

Que no deje, Señor, que el miedo cierre las puertas de mi corazón a la gran alegría de tu Resurrección.

Acción:

Desea hoy la paz a cuantos se crucen en tu camino.

Los APÓSTOLES están encerrados… aterrorizados… sin paz… Reflejan las adversidades a las que se enfrentan después de la crucifixión de Jesús y en la época  en que el Evangelio fue escrito.

Mas CRISTO infunde confianza, rompe las barreras y aparece en el día primero de la semana…

OFRECE: La PAZ… el PERDÓN… los hace Mensajeros del perdón… El ESPÍRITU SANTO: «Sopla«: recuerda el soplo creador de Dios… LA PAZ: Jesús ofrece tres veces la Paz: «Shallon» (= Paz total).

  • Da la Paz a los apóstoles y los envía como mensajeros da paz.
  • Esta Paz, muchas veces, solo es posible por el camino del PERDÓN.
  • Por esto, Cristo ofrece el Sacramento del Perdón: CONFESIÓN: «A quienes perdonéis los pecados…» Pecadores, una vez perdonados, son enviados a perdonar en el nombre de Dios. 

 ¿Tú ya has hecho  tu confesión pascual?

  • TOMÁS: que no estaba con la Comunidad, quiere pruebas, seguridad: «Ver para creer…»
  • JESÚS: demuestra su «Divina Misericordia«,  cuyo día hoy celebramos: acepta el desafío y va al encuentro del apóstol incrédulo…  
  • TOMÁS: que ha regresado a la Comunidad, encuentra a Cristo Resucitado y hace su profesión de fe: “¡Señor mío y Dios mío!”. Donde encontramos las pruebas de que Jesús está vivo. Quien no participa de la Comunidad no oye el saludo de Paz, no prueba la alegría de la Pascua del Señor, ni recibe el don del Espíritu Santo. Quien no se encuentra con la Comunidad no se encuentra tampoco con Cristo Resucitado.
  • A Tomás y a todos nosotros, Cristo sigue repitiendo: “Dichosos los que crean sin haber visto…»

Acontece el día 1º de la semana: es una alusión al DOMINGO, día en que la Comunidad está convocada a celebrar la Eucaristía: Es en el encuentro con el amor fraterno, con el perdón de los hermanos, con la Palabra proclamada, con el Pan de Jesús compartido, donde se descubre a Jesús Resucitado. Cada Domingo debe ser una pequeña Pascua… en que renovamos nuestro Bautismo, en camino de la Vida Plena… ¿Es «Nuestro Domingo“ en verdad “El Día del Señor?»

La liturgia nos pregunta: 

  • ¿Es nuestra Comunidad el lugar de nuestro encuentro con el Resucitado?
  • ¿En la Comunidad, estamos unidos y perseverantes en el estudio de la Palabra de Dios, en compartir los bienes y en las celebraciones?
  • ¿Vivimos la alegría, la fraternidad, el perdón, la paz, que Cristo resucitado vino a traer, o vivimos cerrados aún en clima de miedo?
  • ¿Podemos, con sinceridad, decir, que Jesús es nuestro “DIOS  SEÑOR»?                                             

Domingo 2º de Pascua – Ciclo A

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (2,42-47):

Los hermanos perseveraban en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones.
Todo el mundo estaba impresionado, y los apóstoles hacían muchos prodigios y signos. Los creyentes vivían todos unidos y tenían todo en común; vendían posesiones y bienes y los repartían entre todos, según la necesidad de cada uno.
Con perseverancia acudían a diario al templo con un mismo espíritu, partían el pan en las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón; alababan a Dios y eran bien vistos de todo el pueblo; y día tras día el Señor iba agregando a los que se iban salvando.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 117,2-4.13-15.22-24

R/. Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia. R/.

Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.
Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos. R/.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día que hizo el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo. R/.

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (1,3-9):

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor, Jesucristo, que, por su gran misericordia, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha regenerado para una esperanza viva; para una herencia incorruptible, intachable e inmarcesible, reservada en el cielo a vosotros, que, mediante la fe, estáis protegidos con la fuerza de Dios; para una salvación dispuesta a revelarse en el momento final.
Por ello os alegráis, aunque ahora sea preciso padecer un Poco en pruebas diversas; así la autenticidad de vuestra fe, más preciosa que el oro, que, aunque es perecedero, se aquilata a fuego, merecerá premio, gloria y honor en la revelación de Jesucristo; sin haberlo visto lo amáis y, sin contemplarlo todavía, creéis en él y así os alegráis con un gozo inefable y radiante, alcanzando así la meta de vuestra fe: la salvación de vuestras almas.

Palabra de Dios

Evangelio

Evangelio según san Juan (20,19-31), del domingo, 19 de abril de 2020

Lectura del santo evangelio según san Juan (20,19-31):

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en
medio y les dijo:
«Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:
«Hemos visto al Señor».
Pero él les contestó:
«Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
«Paz a vosotros».
Luego dijo a Tomás:
«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».
Contestó Tomás:
«¡Señor mío y Dios mío!».
Jesús le dijo:
«¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto».
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

Palabra del Señor

DIORAMA JERUSALEN 2020

triduo pascual 2020

¡JESÚS HA RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS! ¡ALEGRAOS! ¡NO TEMÁIS!

     Es el grito de fe y esperanza de la VIGILIA PASCUAL de esta noche pasada.

     La Pascua de este año no ha venido acompañada por muchos de los signos externos que nos son familiares: luces, flores, procesiones, encuentros… Pero ahí estábamos los sacerdotes, solos, a una prudente distancia unos de otros… Y en nuestra oración, nuestros cánticos, nuestras invocaciones… todos vosotros, en comunión con toda la Iglesia, renovando nuestra fe, celebrando que Jesús, el Señor, está vivo en medio de nosotros. El Cirio Pascual nos lo recuerda y nos lo hace presente.

     A lo largo de la Pascua seguiremos confesando que ninguna muerte es superior a la fuerza de su vida. Y comprenderemos mejor las palabras que hoy ya, en el día de la Pascua, nos presenta la segunda lectura: “Porque habéis muerto; y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos, juntamente con él” (Col 3,3-4).