(Misioneros Claretianos, Madrid, C/Ferraz, 74)
La parroquia del Inmaculado Corazón de María, de Madrid, situada en la calle Ferraz esquina a Marqués de Urquijo, en el barrio de Argüelles, balcón del Parque de Oeste que se prolonga en la Casa de Campo, es atendida por los Misioneros Claretianos. “Corazón de María” y “Misioneros Claretianos” son conceptos inseparables. El P. Claret designó a sus misioneros, poco antes de ser nombrado obispo, como “Hijos del Inmaculado Corazón de María”. Pero vayamos por partes:
1.- San Antonio María Claret
Catalán de nacimiento, es un santo muy madrileño. En Madrid tiene dedicada una calle, y está representado por una estatua de gran tamaño junto a la catedral de La Almudena. Y es bien conocido y de prestigio el “colegio Claret”.
Claret llegó a Madrid ya curtido en las lides apostólicas, con 49 años de edad, pero con muchas energías. Nacido en 1807 en Sallent, provincia de Barcelona y diócesis de Vic, y habiéndose formado para el ministerio sacerdotal en el seminario de esta ciudad, fue inicialmente párroco de su pueblo natal, pero pronto experimentó lo que acuñó en frase lapidaria: “mi espíritu es para todo el mundo”. Por eso, desde 1840 a 1850, sin residencia fija, se dedicó a la predicación itinerante por las diversas parroquias de las diócesis catalanas y de Gran Canaria. En Vic (Barcelona), en 1849 fundó la Congregación de Misioneros para llevar adelante ese espíritu que le abrasaba en su interior y le urgía al anuncio del Evangelio.
Con cierta sensación de frustración de sus aspiraciones misioneras, en febrero de 1851 llega como arzobispo a Santiago de Cuba, por entonces una diócesis española. Encontró aquel arzobispado en situación de barbecho, pues el anterior arzobispo llevaba 14 años ausente. Claret, con un grupito de sacerdotes colaboradores, se entregó en cuerpo y alma a la evangelización y catequización de la diócesis; es, sobre todo, arzobispo-misionero. De paso renueva con éxito el abandonado seminario, crea nuevas parroquias, y pone en práctica una serie de iniciativas orientadas a combatir la pobreza, la esclavitud y otras lacras de aquella sociedad, que era todavía una provincia española, pero muy abandonada por el Gobierno de la metrópoli.
Tras casi sietes años de trabajo ímprobo en la isla, en 1857 es llamado a Madrid para ser confesor de la reina Isabel II. Acepta el cargo con varias condiciones, evitando cuanto pudiera convertirle en un cortesano. No vivirá en palacio sino en un piso alquilado, dos años en la Carrera de San Jerónimo y nueve en la Plazuela de Antón Martín-Atocha. Al palacio real acude el tiempo indispensable para confesar a la Reina y catequizar a la Infanta Isabel; es celoso y avaro de su tiempo. Su vida será la de un misionero que, durante 11 años, predica incesantemente por todas las iglesias y conventos de Madrid; y aprovecha los viajes de la Reina por diversas provincias de España para predicar también en ellas. De paso inunda España de libros de formación religiosa y devocionarios.
En 1859 la Reina le encomendó la revitalización del Escorial, en casi total abandono desde la expulsión de los monjes Jerónimos en 1837. Claret lo tomó con gran empeño y estableció allí una corporación de capellanes para el digno culto de la basílica, un seminario supradiocesano de gran nivel intelectual y espiritual, un colegio de segunda enseñanza y, ya en 1866, un colegio universitario.
Su cargo de confesor real le acarrea todo tipo de difamaciones, persecuciones y atentados. Su ministerio en Madrid concluye en 1868, cuando la revolución le hace marchar al exilio francés en compañía de la Reina. Estando exiliado participó en al Concilio Vaticano I, y, exiliado, falleció en Francia, en un monasterio cercano a Narbona, en octubre de 1870.
2.- Los Claretianos en Madrid
Los Claretianos se establecieron en Madrid en 1877. Vivieron inicialmente en las calles de Toledo y Colegiata, muy cerca de la que será catedral de San Isidro de 1886 a 1993. Al aumentar la comunidad en número y en actividades, sobre todo editoriales, se buscó un espacio más holgado en el barrio de Argüelles, que estaba por entonces en proceso de urbanizando. El 4 de abril de 1905 se colocaba la primera piedra de la nueva casa de los Misioneros Claretianos en Madrid, en la calle de Buen Suceso. Al cabo de un año, en 1906 ya estaba lista para habitarse.
Entre las muchas actividades de esta casa, gran parte de ellas impulsadas por personas de la talla de los PP. Juan Postíus y José Dueso, hay que destacar la dirección espiritual del Seminario Diocesano y las referidas a la prensa, como eran la impresión de libros, la publicación del Almanaque del Corazón de María, Iris de Paz, El Legionario, Ilustración del Clero y, sobre todo, la Agencia Católica de Información.
Y desde aquellos años hasta el presente esta comunidad de los Claretianos de Buen Suceso ha multiplicado sus actividades pastorales, destacando sobremanera las actividades de animación a la Vida Consagrada (la revista Vida Religiosa Consagrada que inició su andadura en 1944; el Instituto de Vida Consagrada-ITVR, creado en 1991, y la organización y dirección de las Semanas de Vida Religiosa que en el año 2019 ha alcanzado su 48º edición).
3.- El santuario del Inmaculado Corazón de María
Dos años después de la inauguración de la casa de Buen Suceso se concluía también la primera iglesia de los Claretianos en Madrid, el santuario del Corazón de María, que se inauguraba solemnemente el 3 de octubre de 1908; limítrofe con la residencia, se extendía lateralmente a lo largo de la calle Mendizábal. Pronto se convirtió en uno de los centros de culto más concurridos de Madrid. Al comienzo de la guerra civil (noviembre o diciembre de 1936) fue dinamitado y destruido.
En las postguerra, los Claretianos, con gran sacrificio, adquirieron nuevos solares para reconstruir el santuario de su patrona en la misma manzana en que había estado, pero ahora en lugar de más fácil acceso, dada la amplitud de las calles Ferraz y Marqués de Urquijo. Fueron gestiones llevadas a cabo por el P. Eduardo Gómez, superior de la comunidad de Buen Suceso, quien con un tesón admirable, tras las compra de tres casas siniestradas en la guerra, consiguió que las obras del nuevo Santuario se incluyeran en el programa de Regiones Devastadas. Aquellas obras, dirigidas por el arquitecto Luis Prieto Bances, se prolongaron casi siete años. Mientras, se continuaban las actividades desde un humilde oratorio de la entonces calle Víctor Pradera (actual Juan Álvarez Mendizábal).
Se inauguró el templo en 1952 y se adjudicó a una comunidad independiente de la de la calle Buen Suceso, que continuó dedicada principalmente a las publicaciones escritas (siete revistas) y a la animación de la Vida Consagrada. La entrega oficial del Santuario se haría el 10 de julio de 1953.
Ya por aquellos años presidía el altar mayor la hermosa imagen del Corazón de María, obra del escultor Aniceto Marinas. Caracterizado por la solemnidad de su culto, la abundante predicación y la atención permanente al confesionario, el nuevo santuario fue declarado parroquia por el arzobispo Casimiro Morcillo en 1965.
4.- La comunidad claretiana desde 1952
Nos hemos referido hasta ahora al Santuario y a la comunidad de Buen Suceso. Pero desde el año 1952 en que comienza la actividad pastoral en el nuevo templo-santuario la comunidad que atenderá será una nueva perteneciente a la Provincia Claretiana de Castilla. En el Capítulo General de 1949 se había creado una nueva demarcación de Provincias en España, en la que quedaba incluido el nuevo Santuario del Corazón de María entonces en construcción en la Provincia de Castilla, y con él el solar adosado al de la antigua iglesia. El 9 de marzo de 1952 se instalaba parte de la comunidad, como podía, en aquellas dependencias sin acondicionar. Pero había que atender sin demora al Santuario.
Fue nombrado superior de la casa el P. Fidel Martínez. La construcción de la nueva casa comenzó el 15 de enero de 1953. Meses de transición, tiempos de muchas incomodidades. Este período duró hasta el 21 de agosto de 1954, en que de modo definitivo y estable se constituyó la casa de Víctor Pradera 67 (actual Juan Álvarez Mendizábal). Al día siguiente, festividad entonces del Corazón de María, el entonces Superior Provincial, Toribio Pérez, hacía la solemne bendición del edificio.
No es necesario evocar aquí la ingente actividad de esta comunidad que, además de atender al Santuario, y posteriormente la parroquia, fue durante años, hasta junio de 1986, sede el Gobierno Provincial de Castilla. También formaron (y siguen formando) parte de la comunidad estudiantes de los últimos años de la carrera sacerdotal o sacerdotes jóvenes que al tiempo que realizan sus estudios colaboraban en las tareas del santuario y posterior parroquia.
6.- La parroquia del Inmaculado Corazón de María
Caracterizado desde siempre el Santuario por la solemnidad de su culto, la abundante predicación y la atención permanente al confesionario, el nuevo templo, como se ha dicho, fue declarado parroquia por el arzobispo Morcillo en 1965.
Naturalmente la actividad parroquial, ahora como al principio, no se ciñe a lo cultual, aunque esto tiene gran peso; ahora mismo (año 2020) se celebran diez misas los días de fiesta (más tres las vísperas de fiesta) y cinco los de labor y se atiende asiduamente al confesionario. Aunque la población del barrio es predominantemente de edad, se tiene catequesis infantil y grupos juveniles, y cursos o catequesis prebautismales y prematrimoniales.
A lo largo del año se ofrecen cursos de Biblia, de Teología y de materias afines. También existen grupos de matrimonios (Escuelas Matrimoniales), COF, Aula Abierta… Se atiende con esmero a Cáritas parroquial, con la eficaz ayuda de voluntarios, y funcionan asociaciones o grupos como la Archicofradía del Corazón de María, la Legión de María, Vida Ascendente, Pastoral de enfermos, Asambleas parroquiales postmisión, grupos de Oración de Taizé y de Rerenovación carismática. Y se acoge a diferentes grupos de de tinte o asistencia social (alcohólicos anónimos, CODA…), aparte de otras actividades puntuales.
La parroquia creció últimamente en número de feligreses al anexionársele, en el año 2008, el territorio de la parroquia Cristo Rey de Argüelles de los Sagrados Corazones, que fue suprimida. Actualmente se calcula la población parroquial en unos 9.000 feligreses.
7.- Imágenes del templo
- La Piedad. Grupo escultórico de una belleza impresionante, obras de Don Aniceto Marinas (Segovia,1866 – Madrid, 1953).
Tras tallar la Soledad al pie de la Cruz para San Millán de Segovia con el fin de promover en esta parroquia la constitución de una cofradía penitencial, «su esposa Valentina, muy devota de la Virgen, le pidió que esculpiese otra imagen mariana para que se pudiera procesionar en Madrid, desde el Santuario del Corazón de Maria, tan cercano a la casa del matrimonio Marinas y donde ambos asistían diariamente a la Eucaristía», según relata Javier G. Núñez (cf. Javier G. Núñez, El Adelantado de Segovia, La Piedad de Aniceto Marinas, 14 abril 2019). No se sabe la fecha exacta de la escultura pero, como dice el mismo articulista, «lo cierto es que la misma debió ejecutarse entre el fallecimiento de Valentina en 1932 y el inicio de la Guerra Civil en 1936, pues Mercedes Barrios en su libro ‘Aniceto Marinas y su época’ nos dice que el propio Marinas restauró la imagen tras la contienda por los desperfectos que había padecido» (cf. Javier G. Núñez, o.c.)
La Piedad de Marinas desfiló en procesión por el Barrio de Argüelles hasta que el traqueteo propio de esas prácticas dañó la imagen, lo que llevó a otro famoso escultor segoviano, discípulo en su momento de Aniceto Marinas, Don Florentino Trapero, a ejecutar en 1958 una réplica del grupo, que quedó expuesta en la cripta del mismo templo mientras que la original de don Aniceto se colocó para la veneración de los fieles en una capilla lateral del mismo.
Como todas las obras de Marinas, sobre todo las de inspiración religiosa, La Piedad «está basada e inspirada en sus propias vivencias de creyente. Solo un hombre de muy arraigadas certidumbres puede ofrecer tal expresión en las vivas imágenes que modela con evidente fuerza de convicción» (Antonio Horcajo, recogido en el artículo citado de Javier G. Núñez). Al contemplar ese grupo de La Piedad «sentimos el dolor infinito en el rostro de la Madre y la evidente muestra de vida física y vigor en su mano que sujeta contra el suyo el cuerpo muerto del Hijo. Marinas está aquí centrado en ofrecer consuelo al espíritu sencillo de las gentes con fe, dotándolas de oraciones plásticas a las que se aferran con esperanza» (A. Horcajo, en o.c. de Javier G. Núñez).
- Inmaculado Corazón de María. Como se ha indicado preside el altar mayor del templo actual. Es también obra del escultor Aniceto Marinas y fue realizada en los primeros años 50. En ella, como en el grupo de La Piedad, se percibe todo el mundo interior y de espiritualidad de su autor, persona «de carácter tranquilo y afable», según le describen quienes le conocieron.
- El Cristo del Consuelo. Talla del siglo XVII/XVII, en madera policromada. Atribuida al escultor barroco portugués, Manuel Pereira (Oporto, 1588 – Madrid, 1683) o a uno de sus discípulos. El Cristo del Consuelo pertenece al grupo de «tres clavos», pero guarda gran similitud con el Cristo del Olivar, del grupo de «cuatro clavos», en la posición y ángulo de los de brazos y en la idéntica expresión de serenidad del rostro, tan característica en la obra del admirado escultor portugués.
La procedencia de esta bellísima imagen y su traslado hasta el corazón del barrio de Argüelles donde se venera desde mayo de 1958, se debe a un ejemplar sacerdote de la Diócesis de Segovia, D. Jenaro García Burgos, que falleció en la capital del acueducto el 18 de febrero de 1962.
Sabemos que en la primera mitad del siglo XX se hallaba este Santo Cristo en la Casa-Palacio que el Marqués de Quintanar poseía en la plaza del Conde de Cheste, en Segovia. De ahí también que se conocida la imagen como «Cristo de Quintanar». Al vender el Marqués dicho palacio, donó el Santo Cristo a D. Jenaro; éste lo llevó a Velosillo (Segovia), su pueblo natal, que él regentaba por aquellos años y cuya iglesia había sido totalmente reconstruida por él.
En los últimos años de su vida, el amor y aprecio de Don Jenaro al Padre Claret y a los Misioneros Claretianos, y contando con la anuencia del Obispado de Segovia y del propio Marqués de Quintanar, le inclinaron a desprenderse de este doble tesoro: tesoro como talla artística y como reliquia claretiana, pues la tradición asegura que «habló al P. Claret mientras oraba devotamente ante la imagen en la capilla del palacio de los marqueses de Quintanar de Segovia».
Recibido este maravilloso regalo, antes de exponer la imagen a la veneración de los fieles en el Santuario del Corazón de María, fue restaurada, en 1958, por el escultor segoviano Florentino Trapero.
- Imágenes de San Antonio María Claret y San José. En los altares laterales al pie del presbiterio se hallan dos interesantes tallas de figuras muy ligadas a los Misioneros Claretianos. A la derecha, San Antonio María Claret, fundador de la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, revestido con las vestiduras de arzobispo, y a la izquierda la de San José, patrono de la Congregación de Misioneros y de quien tan devoto era el P. Claret (Aut. 831).
- Copia de La Piedad. Hermosa réplica de la Piedad de Aniceto Marinas, realizada en 1958 por un discípulo suyo, Don Florentino Trapero (Aguilafuente-Segovia, 1893 – Madrid,1977). Como se ha apuntado anteriormente se conserva en la cripta.