6º Domingo de Pascua, Ciclo A

Domingo 17 de mayo de 2020

La Iglesia celebra en los próximos días dos grandes fiestas: ASCENSIÓN y PENTECOSTÉS.

Las Lecturas bíblicas reflejan los dos acontecimientos:

     – La Ascensión: con el discurso de la Despedida.

     – Pentecostés: con la promesa del Espíritu Santo… y la Imposición de las manos de los apóstoles.

La Liturgia nos muestra que Dios está presente en su Iglesia, por el Espíritu Santo, incluso después de la vuelta de Jesús al Padre.

La 1ª lectura narra el inicio de la misión evangelizadora de la Iglesia, fuera de Jerusalén. (Hch 8,5-8.14-17). Los Apóstoles Pedro y Juan son enviados a Samaría, para completar la Iniciación cristiana realizada por el Diácono Felipe, confiriendo el Don del Espíritu Santo a los recién bautizados, a través del gesto de la imposición de las manos.

Este pasaje constituye el «Pentecostés Samaritano», como en la casa del Centurión romano sucede el Pentecostés “Pagano».

El episodio recuerda dos verdades:

– El Bautismo se completa con la Unción del óleo del Crisma y por la imposición de las manos del Obispo, en el sacramento de la Confirmación. Es el momento en que recibimos la Plenitud del Espíritu Santo.

– Para que una comunidad se constituya de hecho omo Iglesia, no basta una aceptación aislada e independiente de la Palabra, sino que es invitada a vivir su fe en comunión con toda la Iglesia.

En la 2ª Lectura, Pedro exhorta a los cristianos a la perseverancia y a la fidelidad a los compromisos asumidos con Cristo en el Bautismo. (1Pe 3,15-18)

El Evangelio es parte del discurso de la DESPEDIDA de Jesús. Es el testamento que el Maestro deja a la Comunidad antes de partir. (Jn 14,15-21)

Los discípulos se muestran abatidos y tristes… Jesús los anima, declarando que no los dejará huérfanos en el mundo. Él va al Padre, mas va a encontrar un modo de continuar presente y de acompañar en el camino a sus discípulos.

Es una alusión a su vuelta invisible, mas real, mediante el Espíritu Santo, que lo sustituirá  junto a los discípulos y permanecerá siempre con ellos y con toda la Iglesia.

Es la posibilidad de vivir en intensa comunión con el Padre y el Hijo, por el Espíritu de la Verdad, que se nos da como don de la Pascua.

Para ello, es necesario un amor auténtico, que se manifiesta en la observancia de los Mandamientos: «Quien me ama… guarda mis Mandamientos…»

Solo quien vive ese amor está apto para recibir el Espíritu Santo.

El amor supera al miedo, a la separación y a la muerte…

Jesús habla de “MIS Mandamientos». No se trata de los 10 Mandamientos, pues ya existían en el Antiguo Testamento…

Poco antes, Jesús resumirá toda la Ley y los Profetas en «Amar a Dios y al prójimo como Él nos amó».

Consecuencias de ese amor vivido con los Mandamientos:

1.- Merece recibir el Espíritu Santo:  «El os dará el Espíritu de la Verdad. El mundo no puede recibirlo».

2.- Es alguien amado por el Padre…: “Lo amará mi Padre…»

3.- Se hace capaz de percibir la manifestación de Cristo: “Yo también lo amaré y me revelaré a él…»

4.- Sobre todo, se convierte en MORADA DE DIOS: «Vendremos a él y haremos morada en él…»

La Comunidad cristiana será entonces la presencia de Dios en el mundo: Ella y cada miembro de ella se convertirán en Morada de Dios, el espacio donde Dios viene al encuentro de los hombres.

En la Comunidad de los discípulos es a través de ella, cómo se realiza la acción salvadora de Dios en el mundo.

 

Este «camino» propuesto por Jesús a muchos les parece un camino de fracaso, que no conduce ni a la riqueza, ni al poder, ni al éxito social, ni al bienestar material. Parece que no da sabor a la vida de los hombres de nuestro tiempo.

Sin embargo, Jesús afirma que es en esa identificación con Cristo y en ese «camino» del amor y de la entrega, donde se encuentra la felicidad plena y la vida definitiva. Jesús promete a los discípulos el envío de un «DEFENSOR», de un «INTERCESOR», que va a animar a la comunidad cristiana y conducirla a lo largo de su historia.

La Comunidad cristiana, identificada con Jesús y con el Padre, animada por el Espíritu, es el «Templo de Dios», el lugar donde Dios habita en medio de los hombres.

A través de ella, el Dios libertador continúa realizando su plan de salvación.

¡Procuremos vivir intensamente esta presencia de Cristo, en medio de nosotros, ahora en la Eucaristía y después en el amor vivido con los hermanos!

¡El Espíritu Santo no puede seguir siendo el «ilustre desconocido»!

camino, verdad y vida

Domingo 10 de mayo de 2020

La 1ª Lectura muestra el 1er Conflicto en la Comunidad de Jerusalén y cómo resolvieron el problema. (Hch 6,1-7)
– Los cristianos de origen griego se quejan de que sus viudas no están recibiendo  la misma atención que las viudas judías…
– Los Apóstoles proponen la elección de siete hombres honrados, quedando ellos más libres para la oración y para el servicio de la Palabra.
Nacía así el primer Ministerio en la Iglesia: el DIACONADO.

El episodio nos muestra que la IGLESIA es:
– Una Comunidad que siempre tuvo, tiene y tendrá conflictos… mas debe enfrentar las situaciones nuevas y difíciles con sentido eclesial de unidad en la pluralidad.
Una Comunidad jerárquica: Ella recurre a los apóstoles, reza invocando al Espíritu Santo y busca una solución para el problema. Comparte las funciones… La Comunidad escoge… Los Apóstoles imponen las manos… Los Apóstoles quedan con un ministerio: El Anuncio de la Palabra.
Una Comunidad de Servidores. Escoge siete hombres “llenos del Espíritu Santo», para el servicio de las mesas. Así la Iglesia Apostólica, guiada por el Espíritu de Cristo Resucitado, va desarrollando los ministerios para realizar su triple misión: el Servicio de la Palabra, del Culto y de la Caridad. La Comunidad se organiza para continuar fiel al Proyecto de Dios…

En la 2ª Lectura, Pedro compara la Iglesia a un Edificio Espiritual, en el que Cristo es la «Piedra angular“ y los cristianos «Piedras vivas». El antiguo templo de Jerusalén construido con piedras materiales será sustituido por este nuevo templo formado de piedras vivas. (1Pe 2,4-9).

En el Evangelio, la Iglesia aparece como un Pueblo Peregrino que camina hacia Dios, guiado por Cristo, que es el CAMINO, la VERDAD y la VIDA. (Jn 14,1-12).
El texto es parte del «Discurso de la despedida», en la última cena. En este tiempo litúrgico de Pascua, esas palabras nos orientan a la Ascensión al Padre y son como su testamento espiritual.

No perdáis la calma…
Me voy a preparaos sitio…
Volveré y os llevaré conmigo…
Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida…»

Jesús es el CAMINO porque es el único «Mediador» de la Salvación; es la VERDAD porque es el «Revelador» del proyecto de Dios; es la VIDA porque es el «Salvador», que nos da la vida de Dios que Él posee. Por eso: «Nadie puede llegar al Padre sino por Mí«.

Resumiendo, la Iglesia:
– Es un PUEBLO ORGANIZADO, en el que los miembros tienen diferentes tareas, tales como el servicio de la Caridad, de la Palabra y del Culto.
– Es un EDIFICIO ESPIRITUAL, en que Cristo es la Piedra fundamental y nosotros Piedras vivas…
– Es un PUEBLO PEREGRINO que camina hacia Dios, bajo la guía de Cristo, que es el Camino, la Verdad y la Vida.

Jesús les dice: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por MI. (Jn. 14,6).
¿Qué casa es esta, donde Jesús preparó muchas moradas?
– ¿El Paraíso, donde tendremos anticipadamente una butaca numerada?
– No… La Casa del Padre es la Comunidad de los seguidores de Jesús, donde Cristo es la «Piedra angular» y nosotros debemos ser «Piedras Vivas». Es  la Comunidad cristiana, donde hay «muchos lugares», muchos servicios, muchas funciones a desempeñar…
– Incluso hoy hay muchas moradas en esta casa del Padre… y muchos lugares todavía están desocupados… y «en esta casa», ¡hay vacantes!… ¿Por qué? ¿Desinterés? ¿Falta de oportunidad?

Cristo sigue presente también hoy a través de su Iglesia.

– Somos, «Piedras vivas», activas…desempeñando nuestra función.
– Somos una Comunidad organizada, que comparte funciones, que procura ser una respuesta actual al hombre de hoy: con un Consejo con plan, que anima y da oportunidad a todos, con Pastorales activas, con Movimentos que viven una espiritualidad propia, pero en comunión con la Comunidad… con Ministerios que animan a los diversos sectores…

CRISTO AFIRMA: “Yo estoy con vosotros… Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida…”
Camino que debemos recorrer con los hermanos;
Verdad que debemos  proclamar al mundo carente de la Luz divina;
Vida que debemos defender y cuidar…
– ¿Qué tipo de Iglesia estoy  ayudando a construir en mi Comunidad? ¿O quedo solo mirando de lejos, criticando… y no comprometiéndome?
El compartir las responsabilidades en una Comunidad es semilla de nuevos liderazgos.

IV DOMINGO DE PASCUA. ciclo a

DOMINGO 3 DE MAYO DE 2020

DOMINGO DEL BUEN PASTOR

Celebramos hoy el Domingo del BUEN PASTOR.
Es una imagen muy conocida ya en el Antiguo Testamento.
Es un título de Cristo muy familiar a los primeros cristianos.
Es un modelo presentado a todos los que ejercen algÚn Liderazgo en la Comunidad.

En la 1ª y 2ª lectura, Pedro explica cómo entrar por la Puerta, o escuchar la voz del Pastor: mediante la conversión y el Bautismo  (Hch 2,14a.36-41),  y a través del seguimiento de las pisadas de Cristo, haciendo el bien bajo el peso del sufrimiento. (1Pe 2,20-25).

El Salmista testimonia las acciones del Pastor y el deseo de habitar siempre con él: “El Señor es mi Pastor, nada me falta». (Sal 22).

En el Evangelio Jesús se presenta como el Buen Pastor. Es una catequesis sobre la Misión de Jesús: conducir a los hombres a verdes praderas y a fuentes tranquilas de donde brota la vida en plenitud. (Jn 10,1-10). El texto está dividido en dos partes, o dos parábolas:

1. En la primera parte, aparece la figura del Buen Pastor, en una actitud de ternura con las ovejas… Él las conduce, Las llama por el nombre, camina con ellas y estas lo siguen. Ellas escucha su voz, porque saben que las conduce con seguridad. Aparecen también los ladrones y los bandidos. Son los que se presentan como Pastor, o hasta hablan en nombre de Cristo, mas buscan solamente ventajas personales.

2. En la segunda parte, Jesús se presenta como la «Puerta de las ovejas«: «Quien entre por mí se salvará». La Puerta permite el paso de los dueños de la casa e impide el ingreso de los extraños: Cuando la puerta está cerrada, es para proteger de los asaltantes; cuando está abierta, el pastor va al frente, para conducir a las ovejas a los pastos.

Esta imagen nos invita a reflexionar Sobre el servicio de la Autoridad… Propone como Modelo: Debe ser ejercitado con una actitud de Servicio continuo y gratuito.

Para los cristianos, el Pastor por excelencia es Cristo: Él recibió del Padre la misión de conducir el rebaño de Dios… Cristo, de hecho, ¿es nuestro «Pastor»? ¿O tenemos otros «pastores», que orientan nuestra existencia?

– ¿Quién guía nuestras opciones? ¿Cristo, o la voz de la política, la voz de la opinión pública, la voz del partido, la voz de la comodidad y de la instalación, la voz de nuestros privilegios, la voz del éxito y del triunfo a cualquier precio, ¿La voz de la televisión?

   ¿Cómo desempeña Cristo su misión de Pastor? Él conoce las «ovejas» y las llama por el nombre, manteniendo con cada una de ellas una relación muy personal.
Aquellos que han recibido  de Dios la misión de presidir, de animar una comunidad, ¿lo hacen de esa forma humana y amorosa?   

Las ovejas deben escuchar la voz del Pastor y seguirlo… Eso significa unirse a Jesús, recorrer el mismo camino que Él, en la entrega total a los proyectos de Dios y en la entrega total a los hermanos. ¿Procuramos nosotros seguir a nuestro «Pastor» en el camino exigente del don de la vida, o preferimos otros caminos más cómodos?

En las comunidades cristianas, tenemos personas que presiden y animan. 

  • ¿Aceptamos las personas que recibieron esa misión de Cristo y de la Iglesia, a pesar de sus limites e imperfecciones?
  • Por otra parte, ¿estamos conscientes de que Cristo es nuestro único «Pastor», que debemos escuchar y seguir sin condiciones? Los otros «pastores» tienen una misión válida, si la recibieron de Cristo. Y su modo de actuar nunca puede ser diferente de la de Cristo.

Para distinguir la «Voz» del «Pastor», se necesitan tres cosas:

  • un permanente DIÁLOGO íntimo con “el Pastor»,
  • una confrontación permanente con su PALABRA y
  • una participación activa en los SACRAMENTOS, donde recibimos la vida, que “el Pastor» nos ofrece.

III DOMINGO DE PASCUA. ciclo a

Domingo 26 de abril de 2020

La Liturgia de este domingo nos convida a descubrir a Cristo vivo, que acompaña a los hombres por los caminos del mundo, muchas veces sin ser reconocerlo. Más ¿dónde lo podemos encontrar?

En la 1ª lectura, la COMUNIDAD CRISTIANA transformada por el Espíritu, dejó la seguridad de las paredes del Cenáculo y se prepara para dar testimonio de Jesús, en Jerusalén y hasta los confines de la tierra. (Hch 2,14.22-33). La predicación de Pedro, el día de Pentecostés, anuncia que Cristo resucitó, está vivo y salva a todos. Es la catequesis de la Comunidad cristiana primitiva sobre Jesús.

La 2ª lectura nos asegura que Cristo permanece para siempre entre nosotros, como realidad libertadora de toda esclavitud. (1Pe 1,17-21).

En el Evangelio, el Peregrino indica a los DISCÍPULOS DE EMAÚS el camino para reconocer a Cristo Resucitado. (Lc 24,13-35).

– Los DISCÍPULOS están tristes, desanimados, decepcionados, frustrados, abandonan la Comunidad y vuelven a casa, dispuestos a olvidar el sueño. Aguardaban un Mesías glorioso, un Rey poderoso, un Vencedor y se encontraron ante un derrotado, que había muerto en la cruz.

– Aparece un PEREGRINO, que camina con ellos… y comienzan a hablar del asunto del momento: JESÚS, Profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante los hombres, pero que tuvo un fin inesperado…

– El Peregrino interpreta las ESCRITURAS, que hablan del Mesías… Ellos escuchan con interés… y sus corazones comienzan a «arder«.

– Al final, los discípulos llegan a casa y le hacen una INVITACIÓN: “Quédate con nosotros». Quieren prolongar la agradable compañía. Tras haber acogido la PALABRA del Peregrino, le ofrecen HOSPEDAJE en su casa… Él acepta… no solo para «pasar la noche», sino para “quedar con ellos».

– A la mesa: UN GESTO CONOCIDO: el gesto de la última cena, cuando Jesús instituyó la Eucaristía. 

Los ojos se abren y reconocen al Resucitado… La Palabra hace «arder» el corazón, la fracción del Pan hace «abrir los ojos».  Y Cristo desaparece… porque ahora la Comunidad  ya posee las señales concretas de su presencia: su Palabra y el Pan compartido… Invisible a los ojos, el Señor está y permanecerá presente. Ahora es ya solo Testimoniar.

– Y LUEGO SALEN para anunciar el descubrimiento a los hermanos y, junto con ellos, proclaman la fe: «El Señor ha resucitado». La Proclamación de la alegría pascual no puede esperar a que el día amanezca… La escucha atenta de la Palabra y el compartir el Pan les abre los ojos y los lanza a la MISIÓN.

Cristo continúa hoy como compañero de camino.  ¿Dónde encontrar al Resucitado? El episodio de Emaús nos indica el camino:

– En la PALABRA DE DIOS, escuchada, meditada, compartida, acogida, Jesús nos indica caminos, nos apunta nuevas perspectivas, nos da el valor de continuar, después de nuestros fracasos. Acogen la Palabra del Peregrino y le ofrecen hospedaje en su casa.

– AL COMPARTIR EL PAN. La narración nos recuerda la Misa: Liturgia de la Palabra y del Pan. Es en la celebración comunitaria de la Eucaristía, donde nosotros tenemos la experiencia del encuentro personal con Jesús vivo y resucitado.

– En la COMUNIDAD: La Comunidad siempre ha sido y continúa siendo el lugar privilegiado del encuentro…

El Camino de Emaús. Muchas veces, también nosotros andamos por los caminos de la vida, «tristes»… cansados y desilusionados… Caen nuestros soñados castillos y la vida parece haber perdido sentido. Esperábamos tanto… mas todo ha terminado… Parece que Dios ha desaparecido de nuestro horizonte… Estamos tentados a abandonar la lucha y volver… Sin embargo, Jesús, Vivo y resucitado, camina a nuestro lado. Encuentra formas de venir a nuestro encuentro y de llenar nuestro corazón de esperanza, Incluso cuando no somos capaces de reconocerlo. Estaban angustiados por aquello que aconteció en Jerusalén.

DOMINGO 2º DE PASCUA 2020. CICLO A

Domingo, 19 de Abril de 2020

Meditación:

Uno de los aspectos que caracteriza la relación de Jesús con quienes le buscaban fue el hecho de que Él eliminaba la distancia y los tocaba: Jesús no sólo curó a algunos leprosos, corrió el riesgo de tocarlos, de entrar en relación con ellos. En las apariciones pascuales reaparece esa cuestión del “tocar”. Tomás dudó y dijo: “Si no le toco, no creeré.” Jesús permite que le toque pero añade: “Dichosos los que creen sin haber visto”. Normalmente vemos y creemos. Ese es nuestro proceso de encuentro con la realidad. El Resucitado inaugura una nueva metodología. Debemos creer para poder ver. Debemos no tocar para poder tocar. Debemos aceptar el silencio y la distancia para vivir de verdad la nueva relación que nos trae la Pascua.

Oración:

Que no deje, Señor, que el miedo cierre las puertas de mi corazón a la gran alegría de tu Resurrección.

Acción:

Desea hoy la paz a cuantos se crucen en tu camino.

Los APÓSTOLES están encerrados… aterrorizados… sin paz… Reflejan las adversidades a las que se enfrentan después de la crucifixión de Jesús y en la época  en que el Evangelio fue escrito.

Mas CRISTO infunde confianza, rompe las barreras y aparece en el día primero de la semana…

OFRECE: La PAZ… el PERDÓN… los hace Mensajeros del perdón… El ESPÍRITU SANTO: «Sopla«: recuerda el soplo creador de Dios… LA PAZ: Jesús ofrece tres veces la Paz: «Shallon» (= Paz total).

  • Da la Paz a los apóstoles y los envía como mensajeros da paz.
  • Esta Paz, muchas veces, solo es posible por el camino del PERDÓN.
  • Por esto, Cristo ofrece el Sacramento del Perdón: CONFESIÓN: «A quienes perdonéis los pecados…» Pecadores, una vez perdonados, son enviados a perdonar en el nombre de Dios. 

 ¿Tú ya has hecho  tu confesión pascual?

  • TOMÁS: que no estaba con la Comunidad, quiere pruebas, seguridad: «Ver para creer…»
  • JESÚS: demuestra su «Divina Misericordia«,  cuyo día hoy celebramos: acepta el desafío y va al encuentro del apóstol incrédulo…  
  • TOMÁS: que ha regresado a la Comunidad, encuentra a Cristo Resucitado y hace su profesión de fe: “¡Señor mío y Dios mío!”. Donde encontramos las pruebas de que Jesús está vivo. Quien no participa de la Comunidad no oye el saludo de Paz, no prueba la alegría de la Pascua del Señor, ni recibe el don del Espíritu Santo. Quien no se encuentra con la Comunidad no se encuentra tampoco con Cristo Resucitado.
  • A Tomás y a todos nosotros, Cristo sigue repitiendo: “Dichosos los que crean sin haber visto…»

Acontece el día 1º de la semana: es una alusión al DOMINGO, día en que la Comunidad está convocada a celebrar la Eucaristía: Es en el encuentro con el amor fraterno, con el perdón de los hermanos, con la Palabra proclamada, con el Pan de Jesús compartido, donde se descubre a Jesús Resucitado. Cada Domingo debe ser una pequeña Pascua… en que renovamos nuestro Bautismo, en camino de la Vida Plena… ¿Es «Nuestro Domingo“ en verdad “El Día del Señor?»

La liturgia nos pregunta: 

  • ¿Es nuestra Comunidad el lugar de nuestro encuentro con el Resucitado?
  • ¿En la Comunidad, estamos unidos y perseverantes en el estudio de la Palabra de Dios, en compartir los bienes y en las celebraciones?
  • ¿Vivimos la alegría, la fraternidad, el perdón, la paz, que Cristo resucitado vino a traer, o vivimos cerrados aún en clima de miedo?
  • ¿Podemos, con sinceridad, decir, que Jesús es nuestro “DIOS  SEÑOR»?