EMPEÑADOS EN NO SALIR DEL SURCO
La primera lectura nos ha presentado a un hombre conduciendo unas yuntas de bueyes, unas detrás de otras. Él sujeta la última. Esta estampa nos resulta insólita hoy en nuestros campos, aunque no en otros rincones del mundo. Podemos deducir que Eliseo es un labrador bastante rico, pero que su trabajo es duro porque necesita la fuerza de 24 bueyes para conseguir hacer los surcos en el terreno. También podemos suponer que, mientras Eliseo avanza lentamente, irá haciendo sus cálculos sobre la cosecha, planeando, tal vez, comprar una nueva pareja de bueyes. Y, seguramente, soñando cuando pueda tener algunos criados que le hagan el trabajo, sin tener que quemarse al sol ni empaparse con la lluvia.
Pero ¿quién guía a quién?. ¿Eliseo conduce a los bueyes? ¿O es más bien al revés? Porque en realidad, es el labrador quien tiene que adaptar su paso al de los bueyes, sostener su ritmo y aguantar sus costumbres. En el fondo, quien lleva el yugo a la espalda es él: Los campos, las cosas, los bienes son quienes dominan su vida, le tienen prisionero, ocupando su tiempo, sus energías, sus planes de futuro, y su mismo corazón. Y aunque probablemente nosotros no poseamos bueyes, nos parecemos mucho a él: También nos atan «las cosas», y vamos a rastras de las costumbres, de las ideologías, del modo de pensar (¡o de no pensar!) de nuestro ambiente, de las conveniencias, de nuestros cálculos. Caminamos muy cansinamente, a pesar de tanto ajetreo, sin ímpetu, sin fantasías, con cuidado para no perder terreno, preocupados sobre todo de tener el pajar lleno de heno. Y repetimos gestos, palabras, ideas, fórmulas, normas… sin lanzarnos a tomar decisiones propias, sin riesgos, sin prestar oído a las voces del corazón. En una palabra: no nos atrevemos, o no sabemos o no queremos salir del surco.
Nos puede pasar como a aquel hombre que era llevado por sus amigos para ser enterrado. Cuando el féretro estaba a punto de ser introducido en la tumba, el hombre revivió inesperadamente, y comenzó a golpear el féretro.
Abrieron, y el hombre se incorporó: – ¿Qué estáis haciendo?, dijo a los sorprendidos asistentes? Estoy vivo. No he muerto.
Sus palabras fueron acogidas con asombrado silencio. Al fin, uno de los presentes acertó a hablar:
– Amigo, tanto los médicos como los sacerdotes han certificado que habías muerto. ¿Cómo van a equivocarse los expertos?
Así pues, volvieron a atornillar la tapa del féretro y lo enterraron debidamente. (Anthony de MELLO, El canto del pájaro).
Podemos parecernos a éstos de esta absurda historia, porque «los expertos» nos han convencido de que ése es nuestro lugar. Seguimos los criterios y opiniones de los que se dedican a pensar por nosotros y los que nos mandan lo que consideran lo mejor, y nos dictan lo que tenemos que ser, opinar, actuar, votar… Y, como bueyes, nos dejamos poner el yugo de «lo de siempre»: «siempre así ha sido así», «hay que respetar las tradiciones», los experimentos «con gaseosa», es mejor «lo malo conocido que lo bueno por conocer» (¡vaya tela!)… Total: que acabamos dando vueltas interminables dentro del mismo surco. Y ojalá no seamos de los que atornillan la tapa del féretro y lo entierran debidamente. Y es que nos incomoda, nos da miedo, que alguien venga, como a Eliseo, y nos eche por encima ese manto que nos haga descubrir que nuestro lugar, nuestra vocación, nuestras futuro está en otro sitio.
En cambio Jesucristo, en el Evangelio de hoy, comenzaba «tomando una decisión» para ir a otro sitio: a Jerusalem, porque allí es donde Dios Padre le espera y le quiere. Aunque eso, como sabemos, le trajera muchos riesgos e inconvenientes. Nosotros, sin embargo, somos más bien indecisos: nos planteamos la vida como ése que está a la orilla del mar, pensando si entra o no entra, que mete los pies en el agua, se moja un poco la cara con las manos, se pasea un rato por la orilla, mira «lo grande que es el mar», y lo peligrosas que pueden ser las olas…, y no termina de lanzarse al agua.
O tal vez sí, nos lanzamos al agua por donde no cubre mucho, quizá con salvavidas, con el socorrista cerca, sin meternos muy adentro, por si acaso. O chapoteamos un poco y, nos salimos enseguida del agua como si ya estuviéramos agotados ¿de nadar?
Algunos hay que van probando un poco de todo, sueñan y diseñan mil proyectos, puede que empiecen alguno de ellos… pero acaban dejándolos a medias.
En el Evangelio de hoy encontramos a varios que: «sí, pero espera un poco», «es que antes tengo que…» Maneras de vivir que no le interesan a Jesús, no son compatibles con su camino. Cuando Jesús llama y ofrece su camino, pide con claridad:
♠ Romper con el pasado (deja que los muertos entierren a sus muertos). Los muertos son los que no tienen planes, los que no se mueven, los que se dejan llevar. Y suelen ir acompañados de los que siempre tienen que llorar, quejarse y lamentarse porque «ya nada tiene remedio», porque ¡qué pena!, porque «todo está muy mal», porque «y ahora qué hacemos…», porque «antes las cosas eran mejores»…
♠ Lanzarse adelante, hacia la meta, sin andar pendientes de lo que se queda atrás (el que pone la mano en el arado…). Mirar hacia adelante, es tener expectativas, ilusiones, sueños, proyectos que merezcan la pena. No conformarse con lo ya conseguido…
♠ Disponibilidad para vivir en la inseguridad (las zorras tienen madriguera...), para ir donde haga falta, con quien haga falta, en el momento que sea… ¡Que nos salgamos del surco y no permitamos más que los bueyes sean los que nos marquen el camino, el tiempo y el cansancio!
A su modo nos lo decía hoy San Pablo: «estamos llamados a la libertad». No podemos vivir a golpe de deseos (de lo que me apetece), de satisfacciones inmediatas («vive el presente como puedas y no te comas la cabeza»), de «devorarnos» unos a otros para defender lo nuestro, sin metas, sin sueños.
Los que prefieren andar arando al remolque de la publicidad, de lo que dicen en las tertulias, de lo que han leído por cualquier sitio, o les ha contado no se quién, (o les ha llegado por WhatsApp); los que encuentran mil excusas y razones muy razonables para no lanzarse al camino con Jesús… ¡NO VALEN PARA EL REINO DE DIOS!.
Que cada cual elija si prefiere andar entre bueyes, y en los mismos surcos… o prefiere las alas de la libertad de los hijos de Dios, para levantar vuelo y llegar a lo más Alto, donde nos espera Dios. Y eso empieza por responder sin excusas, con decisión y confianza la llamada de Jesús.
Quique Martínez de la Lama-Noriega, cmf
En los comentarios de Quique en el día de hoy existen tantas ideas.
Voy a comentar a nivel personal cómo me afectan a mi.
Señor, ¿cuántos «bueyes» tengo en mi vida?. Son los bueyes que no me dejan seguirte como tú quieres. Son los bueyes de la comodidad, los bueyes del egoísmo, los bueyes de las excusas baratas que yo me pongo, los bueyes de la no entrega, los bueyes que me arrastran por la vida y que curiosamente me separan y apartan de tí.
Quizás esos «bueyes de la vida» son los que no me dejan ser una gran persona y un gran cristiano. Queremos mantener nuestros pensamientos, nuestra forma de actuar (aunque muchas veces estemos equivocados). Queremos siempre llevar razón. «Yo soy asi», «esto es asi», «no voy a cambiar»…y tantas y tantas veces que no abrimos el corazón, la mente para aceptar al distinto, al que a lo mejor nos enseña algo nuevo y bueno, pese a que le veamos como un deshecho social…¡Se aprende tanto de todo el mundo dejando hablar!. Y de cada uno de todos los que vivimos en este mundo podemos sacar nuevas ideas…A lo mejor no son del todo acordes a muestas formas de pensar…pero nos ayuda a aceptar a los demás e intentar comprenderle..
Para mí, en el día de hoy existe otra idea…¿Qué es lo que Dios me pide en mi vida?. Es algo que siempre lo tengo presente. Muchas veces le pido al Señor que me dé luz para ver lo que espera de mi…
Todo ello me lleva a abrir el corazón a Dios para que penetre en mi corazón y vea más claro qué quiere que haga con mi vida y sobre todo por los demás…
Siguiendo con todas estas ideas me lleva a la importancia de la orientación moral. A todas las conversaciones, charlas, etc que guidas por personas preparadas re ayuden a hacer en la vida lo que vale la pena y lo que Dios espera de mí.
Señor, te pido en el día de hoy que me ayudes a quitarme los bueyes de la vida y que sigas tocando mi corazón para no defraudarte. Así sea.
EMPEÑADOS EN NO SALIR DEL SURCO.
Después de una mañana un poco movida he puedo gozar de una tarde un poco tranquila y me pongo ante las lecturas y tu rica y sorprendente reflexión, comenzando por el título, que nos marca como un poco tercos en nuestra forma de actuar en la vida. ¡Qué razón tiene!
Yo veo, leyendo las tres lecturas como un canto a la libertad, pero para ser un canto hay que quitar todo aquello que impide que sea eso: canto o alabanza porque la libertad no la entendemos bien, a veces.
Recopilando frases de las lecturas:
• Elías paso al lado de Eliseo, le echó el manto…y se puso a su servicio. (paso del Espíritu sobre Eliseo)
• Para la libertad nos ha liberado Cristo.
• Hemos sido llamados para la libertad.
• Caminar bajo el Espíritu para no estar bajo la ley.
• Te seguiré donde quiera que vayas.
Podría escoger otras pero estas son suficientes. ¡Qué bueno entender y vivir la libertad desde esta perspectiva! Donde no sirven solo las buenas intenciones en el seguimiento, sino que requiere un convencimiento pleno de a quien queremos seguir como cristianos.
Me llama la atención y más desde tu reflexión como irrumpe Dios en la vida cotidiana de Eliseo. Y la fuerza del manto de Elías para que él dejando todo se pusiera a su servicio, como cuando Jesús llama a sus primeros discípulos, dejándolo todo le siguen, cada uno desde realidades distintas. Me admira la fuerza de la llamada de Jesús, desde la mirada, sin programas de vida, pero con mucha Vida y seducción.
El seguimiento de Cristo requiere una opción libre y personal acompañado de creatividad para hacer frente a los obstáculos que cada día se nos presentan unas veces impuestos por el ambiente que te rodean, poco coherentes con los valores del Reino y otras motivados por la propia fragilidad humana: apegos, resistencias, miedo al salirse del surco, conformismos, rutinas, poca apertura a la novedad de la Palabra de Dios cada día, a la esperanza, a escucha desde el corazón, a exponer con claridad nuestras ideas, a ser personas independientes en el pensar e interpretar situaciones y acontecimientos… Esto provoca algunas veces la crítica, la manipulación, la imposición de yugos y criterios que impiden avanzar o descubrir el lugar donde Jesús está más presente aunque tengamos que pasar por tierras de Samaría, porque allí hay dolor, muerte, hambre, soledad, injusticia, silencios donde Dios habla…
Jesús, hoy me invita a optar por una vida desde la libertad, implicándome en la vida, no con muchos proyectos, sino desde la escucha de la Palabra, la coherencia y la responsabilidad, libre de manipulaciones que vengan desde intereses personales y personalistas. ¡Qué difícil! Porque nos gusta mucho que nos alaguen, nos valoren, nos reconozcan y nos coloquen en los primeros puestos cuando Jesús nos pide cosas sencillas, claras y concretas como tú explicas:
• Romper con el pasado y estar abierta a la luz de la Palabra y a la esperanza.
• Seguir viviendo mi seguimiento con ilusión, descubriendo cada día nuevo que me motive, me ilusione y que beneficie a alguien con mi entrega. Me preocupa la convivencia, la armonía, la comunicación sincera. No es un proyecto novedoso, es el proyecto de toda la vida, pero ¿cómo hacer para que en realidad sea “vida” y vida entregada desde la libertad personal y desde el Evangelio?
• Disponibilidad para vivir la inseguridad. Esto marca la vida del seguimiento, por lo menos ha marcado la mía y algunas veces con riesgos. No me quejo y no quiero rendirme. Algunas veces me exige guardar distancias, pero no me gusta el conformismos, las recetas hechas, la desilusión…que me lleven al pesimismo.
San Pablo decía que “estamos llamados a la libertad”, la libertad que nos regala Jesús. A esa libertad me apunto porque es la que me da paz, seguridad, tranquilidad y sosiego en medio de las luchas, me abre caminos, me hace soñar una vida distinta, me da confianza desde la FE y sobre todo me ayuda a vivir una vida equilibrada desde la “seguridad” que Él me proporciona que a la vez afianza mi disponibilidad.
Reconozco que para vivir estas claves que nos propones necesito orar mucho desde mi realidad y a la luz de la Palabra, El salmo del día me ayuda a ello:
• Tú eres, Señor el lote de mi heredad…
• Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
• Bendito el Señor que me aconseja…
• Me enseñarás el camino de la vida
También me ha ayudado
La adaptación del salmo 91 de Antonio López Baeza
Aquel que vive la experiencia de Dios grita desde lo más íntimo de su ser: “¡Tú eres mi luz indefectible! ¡En Ti aprendo a vivir e la ingenuidad que todo lo espera!”
…
Gracias Quique
He encontrado siempre dificultad en entender este evangelio porque lo he leído siempre al pie de la letra.Pero ahora comprendo que el no mirar atrás es servir a los hermanos por amor donde como y cuando haga falta.
Gracias Padre Enrique