¿TAMBIÉN VOSOTROS QUERÉIS MARCHAROS?
♠ Contexto de la primera lectura. Según el parecer de los entendidos sólo dos de las tribus de Israel (Efraim y Manasés) hicieron el recorrido del desierto (éxodo), desde Egipto, tal como lo tenemos recogido en los libros sagrados. Otras tribus habrían llegado por diversos medios hasta la Tierra Prometida. A todas ellas las ha convocado Josué en el santuario de Siquem, para que tomen una decisión importante: ¿Están dispuestos a participar de su misma fe, la que han ido descubriendo y purificando por el desierto? ¿Quieren dejarse proteger por el Dios del Sinaí, dar un sentido a sus vidas desde Él, desde sus leyes y valores?
Josué es un hombre valiente, y respeta profundamente la libertad de sus hermanos: «Escoged a quien servir, a los dioses falsos o al Dios que nos ha salvado de la esclavitud, el Dios de la libertad». Y él es el primero en pronunciarse: «Yo y toda mi casa serviremos al Señor».
♠ Últimamente no está de moda creer. Nuestra manera de comportarnos está muy lejos de la de Josué. Por una parte nos ha entrado una especie de complejo de llamarnos cristianos. El entorno social nos está haciendo creer que ser cristiano es una cosa trasnochada, es ir contra corriente, no es moderno o progresista… Por otra parte, un cierto número de personas han optado por vivir sin Dios, o tal vez sea mejor decir por servir a otros dioses más cómodos, inventados por nosotros mismos, dioses a la carta que tranquilizan conciencias, dioses de los que acordarse cuando haga falta. «Algo debe haber«, dicen algunos. «No necesito a Dios, son cosas del pasado«, dicen otros. Y algunos siguen creyendo, pero sin saber muy bien en qué, sin saber explicarse demasiado en qué consiste lo de «ser creyente». Y se autodefinen como «creyentes no practicantes» (dos conceptos, por cierto, incompatibles entre sí).
♠ Los que todavía creen. Sin embargo, hay otros que aún se mantienen. A menudo desconcertados porque los amigos, los parientes, los compañeros de trabajo ya no creen. Y lo llevan un poco a escondidas. Llegan a cansarse o desmotivarse para hacer el bien, defender el verdad y la justicia, y el amor no es criterio de sus opciones… al ver cómo los «valores» a su alrededor son otros. Y, casi sin darse cuenta, van poco a poco perdiendo su identidad cristiana.
Pero, ¿qué es eso de la fe? Se han dado definiciones muy abstractas como lo de «creer lo que no vimos», o «cumplir los mandamiento de Dios y de la Iglesia», o «practicar una serie de ritos, obligaciones y cultos». Ciertamente que estas definiciones están alejadas de la experiencia de Israel. Si nos fijamos en las palabras de Josué en la primera lectura:»Serviremos al Señor, porque él es nuestro Dios«. Está proclamando sobre todo un estilo de vida: Creer es servir al Señor, es escucharle y poner en práctica sus mandatos,
♠ El fragmento del Evangelio de hoy es la conclusión del discurso del Pan de Vida, que venimos meditando estos últimos domingos. Es el último de los siete discursos de Jesús, en los que ha ido explicando a modo de una larga catequesis el sentido de la Eucaristía, en la que no han faltado frases bien exigentes y de denuncia: «Vosotros estáis conmigo porque habéis llenado el estómago, no porque os interese mi mensaje», «si no coméis mi carne y no bebéis mi sangre, no tendréis la vida eterna»…
Claro que Jesús no estaba hablando en este momento de «comulgar», tal como lo entendemos nosotros ahora, aunque nos ayude a darle su auténtico sentido. En su Última Cena, antes de darles a comer su carne y sangre, les pidió: «Haced esto en memoria mía«, es decir: Convertíos vosotros mismos en pan para que otros se alimenten, haceos migas por los demás; sed capaces de derramar vuestra vida como el vino de este cáliz; sed capaces de ir hasta la muerte por poner en práctica la tarea del Padre para hacer un mundo mejor… En una palabra: sed como yo. Este es el significado y la condición para comulgar realmente, con verdad: vivir como él, totalmente para Dios y para los hombres. Hace mucho mas explícita y comprometida la opción de Josué.
Y a esto se refería cuando hablaba de una Alianza nueva y eterna: participar en la Eucaristía cada vez es sellar una Alianza Nueva con Dios, por la cual nos comprometemos a acoger su amor, recibir su perdón y a asumir hasta la muerte el estilo de vida de Jesús, resumido en el mandamiento del amor: Amar como él… hasta la cruz.
♠ Aquí tenemos, por tanto, la clave de lo que es «tener fe»: haber hecho una opción de vida, por la que nos iremos configurando, identificando, haciendo nuestro el estilo de vida de Jesús: sus palabras, sus preferidos, su modo de situarse ante el poder, el dinero, la política, la injusticia, la pobreza, etc. Por tanto no se puede «creer» sin poner en práctica, sin «hacer», sin irse transformando (convirtiendo). Ciertamente que la cosa es bien difícil y exigente. Dice Jesús: «sin mí no podéis hacer nada», Por eso lo necesitamos como Pan de Vida, para tener vida en nosotros. Por eso comulgamos los que hemos querido sellar esa Alianza de Vida con él.
Jesús no se andaba con paños calientes. «Muchos discípulos de Jesús se echaron atrás y no volvieron a ir con él«. Les parecía demasiado exigente, se escandalizan… ¡y se van!. Está claro que habían «comprendido» lo que suponía ser discípulo. No tengo tan claro que bastantes de los que hoy se echan atrás sea por este mismo motivo. Me parece más bien que muchos ni siquiera han llegado a enterarse de lo que significa «creer», y «dejan» lo que nunca asumieron.
Hoy Jesús nos plantea a nosotros la misma pregunta que a sus discípulos: ¿También vosotros queréis marcharos?. Nos coloca ante una alternativa: la valentía de decirle que no y ser coherentes con ese no… o hacer nuestras las palabras de Pedro: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? En tus palabras hay vida eterna y nosotros creemos«.
Y Pedro fue coherente, como el resto de sus compañeros, y tantos otros después de ellos, ¡hasta derramar su sangre! No era fácil creer entonces: las arenas del circo, los leones, la cárcel, las palizas, lapidaciones… Y tampoco es fácil creer hoy, porque no es fácil vivir una vida con sentido, una vida de entrega, una vida de exigencias. Pero entonces ¿a quién iremos? ¿quién guiará nuestros pasos? ¿quién nos ofrecerá una vida que merezca la pena?
Quique Martínez de la Lama-Noriega, cmf
Imagen de José María Morillo
COMENTARIO AL 21 DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO-
Quique, muy profunda e interpelativa la reflexión.
Cada vez que la leo, surgen distintos interrogantes, dependiendo en la clave que me sitúe.
¿En qué Dios Creo? ¿Actúo coherentemente si afirmo que creo en Dios mi Salvador?
¿Qué significa para mí ser pan de vida?
¿Qué me “exige” creer en el Dios de nuestro Señor Jesucristo?
¿Qué me «aporta» esa creencia?
…
Comprendo y experimento que la fe es todo un proceso, como lo experimentó el Pueblo de Israel. Que cada día, en cada circunstancia, acontecimiento; descubres aspectos, actitudes, vivencias, presencias, gestos, palabras… que van configurando la fe que inicialmente está enraizada en una base profunda, pero a veces, como a algunos seguidores de Jesús, sientes que está en arenas movedizas.
Veo muy importante la decisión que tomó Josué, en Siquén:
• Llamamiento a todas las tribus de Israel.
• Convoca, anima, motiva…para profesar la misma fe que han ido
descubriendo y purificando en el desierto.
• No impone, da libertad en la adhesión de la fe en el Dios que
les ha salvado de la esclavitud.
• Testimonia con su determinación: “Yo y mi familia serviremos
al Señor”.
Josué, quiere forjar un estilo de vida para él y su pueblo, poniendo la fe en el Dios que está cerca de los atribulados y salva a los abatidos. Lo ha experimentado y por eso dice. “Serviremos al Señor, porque él es nuestro Dios, le escucharemos y pondremos en práctica sus mandatos.
Muchos, no seguirían dos deseos de Josué.
Lo mismo le pasó a Jesús. No todos le siguieron hasta el final.
El discurso del Pan de Vida, resulto duro para muchos seguidores de Jesús y le abandonaron.
A mí, ¿qué me aporta y qué me exige, creer en Jesús como PAN DE VIDA?
ME APORTA:
La salvación, sentirme hija de Dios, amada por Él, ser parte de la Iglesia, Pueblo de Dios, reconocer a muchos hermano@s que formamos la Iglesia, sentir su presencia en cada momento que me ayuda a salir de mis caídas, el contacto directo y constante con Dios por medio de la oración, el sentir el apoyo de tantas personas que se hacen pan para mí, celebrar juntos la fe, la donación de María como Madre, recibir el perdón, el comulgarle, con lo que esto significa (irme configurando con Él), sellar su alianza, Él siempre espera y está a mi lado como dice el salmo 33, de hoy… ¡Tantas cosas!
ME EXIGE:
Seguirle, escuchar sus palabras, cumplir sus mandatos (deseos), convertirme en pan para que otros se alimenten, entregar la vida cada día, beber su cáliz, hacer un mundo mejor, trabajar por la justicia, ser instrumento de paz, de concordia, se misericordiosa, solidaria, sencilla y humilde, sellar la alianza nueva, vivir como Él totalmente para Dios y el hermano, estar junto a sus preferidos, alabarle y bendecirle por su inmenso amor, mantenerme unida a él ser coherente… Muchos valores que van configurando el Reino de Dios, ante todo, me exige hacer una opción de vida que me vaya configurando con el estilo de Jesús.
En el día a día, resulta duro, pero diré como Pedro: “Señor, ¿a quién voy a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna.
Yo creo en ti
Teresa G.
Quique qué maravilla cómo desgranas las lecturas y el evangelio. Creo que no sabes hasta el fondo el bien que nos haces a todos con tus comentarios. Efectivamente ¿queremos ser Josué en la vida?.¿Tener a Jesús en nuestra vida,en nuestro corazón, en nuestra familia, en nuestro trabajo, en nuestras diversiones, en nuestro ocio, con nuestros amigos…?.
En esta vida parece que se nos pone complicado seguir su ejemplo. Muchas veces no le respondemos como él espera de nosotros. Tenemos «otros dioses terrenos» que nos apartan del ejemplo de su vida..Muchas veces somos débiles pero eso me hace ver que solo no puedo avanzar…lo que me pone verdaderamente muy triste es en tantos ambientes donde parece que está de moda no ser creyenjte, está de moda ser agnóstico o incluso ateo, está de moda «negarlo»….Esto me duele mucho.Ves a hermanos nuestros que le niegan porque así son más modernos…Ojalá el Señor pueda penetrar en esos corazones de piedra que no ven más allá. Qué pena pasar la vida sin creer y sin esforzarte por imitar a Jesús…
Por otro lado, incluso los que intentamos seguirle,pienso en esas palabras del Señor que nos dice ¿y vosotros me vais a abandonar también o cuento con vosotros?. Me imagino al Señor con esa cara de tristeza mirándonos a veces a nosotros diciéndonos estas palabras que no son sino de cariño para que no le dejemos, para que sigamos a su lado.
Señor ayúdame a no ver «otros dioses» en esta vida. Estáte siempre conmigo aunque te falle porque tú y sólo tu es lo que más me importa y que en este largo caminar sea capaz de ayudar a mis hermanos, a amar al prójimo, a ver sus necesidades, a ver sus malos momentos y en una palabra que vean reflejado en mi el amor que tú nos tienes. Así sea.
Creo que poco puedo aportar a un interpretación tan profunda de las lecturas de hoy, pero si puedo destacar aquello que me ha llamado más la atención.
«Muchos le abandonaron por que habían comprendido…»
¿Realmente los que estamos siempre comprendemos?
Yo a veces dudo si mi vida está dentro de la opción del verdadero Cristiano.
Me consuela el saber que solo EL tiene palabras de Vida Eterna.
Gracias Enrique.
Poco puedo aportar a los comentarios tan acertados de Quique, Teresa, José Antonio y Lola. Yo vivo la dificultad de estar en tensión constante entre lo que quiero y lo que puedo; entre lo sencillo que es el mensaje que quiero seguir y lo difícil que es conseguirlo. Lo bueno es que he superado la presión de quienes me preguntan con asombro: Pero cómo puedes tú seguir siendo católica ? No me importa lo que piensen y siempre les digo : pues a mí me ayuda.
Más difícil me resulta que no me arrastre la vida y las circunstancias; me siento a veces como una hoja agitada por el viento que me aliena, porque siempre hay compromisos y actividades que me distraen y no me dejan centrarme en una relación íntima con Jesús que me permita ser como quiero ser, esto es, seguidora suya sin distracciones. Ser pan, ser como él me parece una meta inalcanzable, renunciar a todo lo que me distrae o aleja parece imposible. Pero no quiero abandonar, aunque solo sea por esos pequeños momentos de vislumbre que a veces sentimos.
Gracias a todos por vuestras aportaciones y especialmente a Quique que cada semana nos sacude el alma y nos invita a ser mejores cristianos